Somos las raíces de lo inacabado imperfecto
No hace tanto (o sí…), la infancia tenía un ritmo diferente: más propio, menos contaminado. Pero no es cuestión de nostalgia sino mera constatación de la profusión de estímulos externos que ahora dificultan la mirada hacia ese horizonte interno, aparentemente más pequeño, que nos permite construir-nos.
Hace unas semanas compartía Antonella Broglia el vídeo de un TEDx Madrid con el título «La vida secreta del papel». Siete minutos sencillamente deliciosos de los que tomé algunas notas y dejé en reserva para volver a escuchar con calma. Ya no es posible porque ahora aparece como «privado» y es que, según informa la Web oficial de TED: «Este video fue filmado en un evento TEDx organizado de manera independiente y subido por el organizador».
Decía la relatora que el papel es un material maravilloso porque es humilde y está al alcance de todo el mundo y explicaba el viaje orgánico de la cuna a la cuna del papel japonés. Pero como de esto no tomé notas, y ya no se puede escuchar, me quedo su explicación de los secretos del origami. Esta parte fue la que me recordó a mi madre cuando, para entretenernos y calmar nuestras disputas entre hermanos, nos enseñaba a hacer figuras de papel.
Para desarrollar la propia identidad se necesitan referencias… y conquistas, pero han de ser cercanas, entendibles. La construcción del yo necesita la aceptación de que existen otros, de las diferencias y de la diversidad. Los cimientos de la propia percepción social, de la empatía y la colaboración (incluso de la necesidad de competir) se desarrollan, internamente, con los mimbres más cercanos.
Aunque «tener doblez» se interpreta como falsedad o hipocresía, yo heredé esa fascinación de mi madre por las infinitas posibilidades de creación que permiten todas esas señales en una simple hoja de papel. Tal vez porque siempre he creído que la riqueza de las personas está, precisamente, en el arte con el que nos reinventamos en todas esas marcas que la Vida nos regala.
Todas las figuras de origami guardan, si las desdoblamos, escondido en su centro un dibujo en forma de estrella. Este dibujo es lo que los profesionales llamamos la matriz de pliegue, y esta matriz de pliegue es como si fuera el ADN de cada figura que creamos. Hay variantes en el orden en que se realizan los pliegues de una figura a otra y hay variantes también en la posición del centro de la estrella respecto a los bordes del papel, pero lo que realmente resulta decisivo a la hora de crear una figura u otra es la energía exacta que imprimimos al centro de cada diagrama de estrella y que nos permite ir creando unas figuras u otras.
Por energía me refiero aquí al número exacto de pliegues que hay en el centro de cada diagrama de estrella que da lugar a figuras distintas. Esto es lo que yo llamo el tao del origami.
Todo está conectado con todo en un eterno proceso generativo, y eso nos permite ser capaces de crear nuevas figuras a pesar de que parezca que ya está todo inventado. Eso, si entendemos el sentido de la naturaleza inacabada de las cosas.
Todo contiene otra forma en potencia. Somos las raíces de lo inacabado imperfecto, pero tenemos en nuestras manos las semillas del futuro y de la transformación.
Recuerdo la importancia de detener el tiempo y contener las prisas haciendo coincidir las puntas y los bordes del papel, en la decisión deslizando la uña sobre el borde para aplanarlo, en la importancia de mantener el papel inmaculado, en el orgullo iniciático por el efecto mágico de transformar una simple cuartilla de papel en aquella forma o, en aquellas figuras que fueran más allá de los barquitos o de los aviones, el orgullo iniciático de poseer el secreto de la creación.
Me llega este post en un momento oportuno ahora que estoy inmerso en el análisis de la relación entre los pliegues de cada uno y el grado de chapuza del cómo nos acabamos manifestando. Importante esta matriz de pliegue en el desarrollo de la persona, digo yo que a veces parece no observarse tan claramente esta estrella debido quizás a esta reutilización del papel para improvisar la figura que más convenga en cada momento o por esa prisa que resta tiempo a la atención plena que requiere realizar la doblez y aplanar el pliegue.
Muy buena esta aportación Isabel, gracias.
Y entonces hay que desdoblar cuidadosamente, y tal vez reparar algunas de esas dobleces motivadas por las prisas, y volver a concentrarse para recuperar la energía necesaria para ir encontrando todas esas figuras que aun nos quedan por descubrir.
Tú has desgranado el recuerdo con más poesía que yo Manel pero me reconozco en esas sensaciones. Que se lo cuenten a las servilletas de papel cuando prefiero contenerme y necesito ganar distancia en una situación que no me gusta, es muy habitual que vacíe algún servilletero para transformarlos en improvisados ejércitos de papel. Lo que he observado es que no sólo me calma a mí, sino que parece tener un efecto terapéutico sobre la situación.
Creo que te había enviado este Ted por si te gustaba para tu [visioClavis] pero si lo retiraron muy pronto igual ya no te dio tiempo a verlo. Una lástima porque la parte que explicaba lo del papel japonés era preciosa.
Por cierto, mi recuerdo viene también acompañado por tardes de invierno y olor a castañas asadas 😀
Buscar esos pliegues es como intentar entendernos. Porque lo que manifestamos a veces nos despista. Allá dentro debe estar la explicación. Eso sí, al buscarlos cada cual puede experimentar serenidad o tensión y suele suceder que hasta que no llegas a los pliegues no acabas por descubrir qué emoción predominará. En fin replegándonos andamos…
Me ha traicionado la carpeta del spam, disculpa Julen 🙁
Lo ideal debe ser abordar el proceso con una «serena tensión» para no perder la curiosidad por la propia evolución, ¿verdad? Me encanta la vuelta que le has dado, con mi afición a los guiones lo dejaría en un re-plegándonos, sobre todo por esto de que no se interprete como retroceso. Aunque igual es eso lo que hace falta para coger perspectiva ante tanta velocidad.
Besos.
La vida ha dejado en mí muchas marcas, algunas físicas y otras en mi psique. Y a pesar de que algunas han sido por situaciones duras ¡Viva las marcas! No renuncio a ninguna de ellas, por que me han llevado a ser lo que soy actualmente y me han ayudado a ser quien soy. Venía en el coche escuchando la radio y he podido oir al psiquiatra Enrique Rojas hablar sobre la autoestima y la construcción de la misma.
E. Rojas hablaba sobre la felicidad, ésta depende de las perspectivas de uno mismo, y argumentaba que para ser feliz es importante tener cubiertos cuatro ámbitos amor, trabajo, cultura y amistad. Durante la infancia, cuando eres un lienzo plano y con pequeños matices he de reconocer que me costó encontrar mi lugar en el mundo, pero tenía quien me ayudó a trazar líneas y a no guardar nada bajo los pliegues.
Apreciar y valorar las diferencias es tarea difícil, no todos estamos dispuestos a asumir sin miedo a lo o los diferentes a nosotros. De vez en cuando te das cuenta de que eres diferente, que no quieres ni puedes ser como todos, por que cada uno tiene sus propios pliegues. Con los alumnos trato de trabajar estos aspectos, resulta reconfortante ver cómo reconocen sus diferencias y en ocasiones valoran las mismas. Todos estamos en proceso de cambio, de crecimiento y de construcción. Seguiremos haciendo barquitos y aviones de papel.
Muchas gracias por esta reflexión.
Un abrazo
Es curioso el hecho de que cuanto más fácil es el acceso a conocer lo diferente más tendemos a escondernos bajo etiquetas. Se diría que toda esa inmensidad nos asusta, como si al no poder manejar tantos imputs termináramos acogiéndonos a modelos robotizados (que tanto interesan a los poderes económicos).
Tal vez deberíamos aprovechar esos momentos en los que somos conscientes de sentir nuestras diferencias para conceder el beneficio de la duda a otras personas. Es muy fuerte la fuerza de la masa, muy tentadora la sensación de dejarse llevar por la corriente. Y entonces perdemos las referencias cercanas, y las propias, y aparece el miedo colectivo. Decía ayer Manel conversando en su blog: “puede haber todo un país mirando por la ventana, decepcionándose y lamentándose de sus conciudadanos por no verlos allí donde “quisieran estar” ellos que “tampoco están”.
El trabajo con los alumnos, con los hijos, es la mejor apuesta de futuro. Me ha recordado a una noticia que leí hace poco y cuyo titular dice: Ser diferente tiene premio para esta escuela ferrolana. Creo que te gustará.
Sigamos trabajando con nuestras marcas y señales Aiti. Una amiga me mandó no hace mucho esta frase preciosa: “Las circunstancias no se eligen, pero sí la actitud que tenemos ante ellas”
Un abrazo! 🙂
Muy interesante el artículo, muchas gracias.
Aiti
Gracias a ti 🙂