A revisión
Si bien es cierto que en mi actividad profesional me siento cómoda en los terrenos fronterizos, y que me resulta estimulante la incertidumbre del cambio, cada vez soy más consciente de la necesidad de espacios y espejos para detectar y acotar el proceso de evolución interno.
Enfocarse en esta mirada no es sencillo, porque tendemos a ver y argumentar aquello que sirve a esquemas y conclusiones tan confortables como inservibles. Por eso, y para eso, el proceso de revisión es, sin duda, imprescindible:
Comentando sobre liderazgo y participación, me destacó una frase que creo que resume lo que debe ser “el objetivo” de todo proceso de reflexión estratégica: “Detectar, rescatar y concertar liderazgos en función del conocimiento necesario”. Pero, ¿qué entendemos, o debemos entender, por “conocimiento necesario”? ¿El que tenemos o el que deberíamos tener? ¿El que ya hemos detectado o el que todavía no hemos definido?
El ordenar el relato para generar, o enlazar, contextos está sin duda entre mis prioridades porque lo nuevo también está en el día a día, y contar “tu historia” no tiene que referirse al pasado, sino al futuro que contribuyes a dibujar.
Hay quien trabaja siempre sobre planificaciones muy claras, otros parece que tenemos una cierta tendencia a involucrarnos en proyectos que se nos hacen más grandes de lo previsto. Tras una autocrítica revisión, no he podido llegar a conclusiones definitivas sobre si el origen de esta tendencia está en un fallo de previsión o en la necesidad de disciplinar la intuición y la visión periférica, pero lo que sí estamos haciendo es establecer una metodología clara para sacar el máximo partido sobre este continuo aprender haciendo que no debe quedar reducido a la experiencia que lo origina.
Es decir, en una época en que la avidez por trazar, o mejorar, los caminos establecidos se ha convertido en prioridad, el concepto de utilidad de cada proyecto debe ser claramente establecido como un nuevo inicio que nos permita ir eliminando sesgos. Empiezo a tener claro que hilvanar y contextualizar esta tendencia al reto constante, que nos proyecta hacia futuros tan apetecibles como inciertos, puede convertirse, tal vez, en nuestro principal valor.
Tal vez por eso procuro afinar y afilar las herramientas en lugar de tratar de precisar cuando empezó el proceso a no adaptarse. El primer objetivo pues, es conseguir que creatividad y orden se relacionen con la necesaria armonía. Una pequeña dosis de egocentrismo para someter mi trabajo y mi trayectoria a valoración y asegurarme que no me estanco en (in)cómodos encorsetamientos.
¿Y esto tan vacío? Que raro, cuando iba leyendo esperaba aún más comentarios de lo habitual. Igual es que te estás poniendo demasiado seria. Bueno, lo que yo iba a comentar es que tal y como está todo en la administración, aunque hay mucha gente que ya pasa de todo, hay algún grupo que está replanteándose por iniciativa propia muchas cosas de las que comentas aquí.
A ver, es minoría respecto al dramatismo generalizado pero me parece esperanzador que haya pequeños núcleos con autocrítica positiva. Ya van saliendo cosas interesantes sin necesidad de tanta consultoría externa (es broma). Ya te contaré.
Rfc, con amigos así, para que quiere una enemigos #esbroma
¿Muy seria? Me lo dices como en broma pero lo meteré en el paquete de revisión autocrítica. Es cierto que los tiempos parece que lo piden pero no mucho más de lo habitual sólo que las palabras escritas tienden a sonar como más contundentes porque no se pueden suavizar con el gesto. Pero revisaré.
Me alegra lo que comentas. Si es que al final va a ser la puñetera crisis la consiga sacar a la luz el talento oculto. Estuve en Santiago la semana pasada, pero casi sin parada. La que viene viajo pero seguro que la próxima vuelvo por ahí. Tengo muchísima curiosidad porque lo que avanzas.
Un saludo!
Están bien esas autocríticas cuando se llega a conclusiones de este tipo y uno no se pierde en los entresijos de sus propios compromisos con el pasado. Y estoy contigo en que lo importante no es aplicar un mismo método [enfoque, abordaje, lo que sea] sino en ingeniar el método que se adecúe a aquel momento. Esto lo comentábamos hace poco con un compañero como el rasgo fundamental de un metodólogo, una cualidad esa [la de la metodología] inherente al perfil del consultor y que no pocas veces brilla por su ausencia.
A juzgar por la foto que ilustra el post, este trabajo constante en revisarte tiene unos efectos muy agradables en la definición que proyectas de ti misma.
Un abrazo!
Y lo que cuesta Manel, sobre todo detectar la necesidad y ponerse a ello. Es como ser experto en dirigir obras y reformas en casa ajena pero no darse puesto con las propias.
La metodología es un pilar fundamental, y no sólo en nuestro trabajo, pero todo es mejorable, sobre todo cuando, con el paso del tiempo, va pidiendo demasiados ajustes, aunque vengan provocados por un entorno como el que ahora vivimos. De todas formas estoy más enfocada en el sistema que en el método. Lo comentaba en el anterior con palabras “prestadas” que lo definían a la perfección, el objetivo es conseguir esa “estructura mental que parece tener capacidad ilimitada de irse volviendo más compleja sin por ello hacerse más complicada”.
Ya sabes que me aplico las recomendaciones y puestos a revisar marcos mentales de los que me hablabas un día, ¿qué mejor que empezar por el propio? ¿Y si somos nuestra propia barrera? La historia nos demuestra constantemente que no siempre reconocemos la innovación y la abundancia cuando la tenemos delante. El hierro tardó décadas en asentarse hasta que se empezó a aprender que se podía (y debía) trabajar de forma diferente que la madera.
También es cierto que el nivel de exigencia conversacional, en todos los sentidos, que tengo dentro, me impulsa y me obliga (no sabría decir en qué proporción) a mejorar. En el fondo me gusta, aunque el nivel de adrenalina a veces supere los mínimos aceptables.
Un abrazo! 🙂
Se me olvidaba, la foto es del día de nuestra primera prueba de fuego con la presentación del proyecto y es en el show room de Lucía, que fue también donde grabamos la conversación con Juan Freire. Lástima que la otra foto en la que estaba ella quedó demasiado borrosa. La cámara de la Black a veces se pone tonta, y yo tampoco soy gran cosa como fotógrafa O_o
No la elegí por egocentrismo, me pareció simbólica por lo del espejo y la revisión. Pero me agrada que me digas que proyecta en positivo 🙂
Resulta más que conveniente, es más, necesario, disciplinar la creatividad. Odio esa imagen del artista como ser bohemio que hiberna hasta que es sorprendido por un arranque de inspiración y construye las ideas más locas. Aplicado a un trabajo de consultoría, deduzco que las ideas más locas ya van en la maleta desde el primer contacto con el cliente, y de ahí, a decidir cuáles pueden ser las más adecuadas, pulirlas,hilvanar, como dices, y presentarlas convenientemente, va un largo camino de esfuerzo y observación. Esta muy bien esta auto-pausa (huy.Un guión. ¿Qué hará esto aquí?;P), esta reflexión que augura otro tramo de camino… creativo y ordenado. A veces parece incompatible… pero no lo es.
Un abrazo.
En tu caso, Daniel, creo que eres de las (pocas) personas que consigue esa armonía entre el proceso creativo y el orden. Es algo que transmites en todo, en las formas y en el fondo, en lo que escribes, en tu aspecto… (es lo que tiene habernos desvirtualizado :))
El trabajo de consultoría puede ser en muchos ámbitos y con diferentes enfoques pero las ideas locas necesitan mucho trabajo y mucho contexto para encontrar un camino. En épocas de vacas gordas ha predominado la consultoría pret a porter, que nos ha traído hasta aquí, ya sabes que cuando sopla el viento, hasta la veleta tiene carácter. Por poner ejemplos cercanos con presencia por aquí, fíjate cuantas diferencias entre Manel, Cartograf, o Gonzalo Martín, por ejemplo.
Tengo pendiente continuar con el tema de los horarios, no me olvido. Pero igual aún te veo antes para tomar ese café pendiente. Si tienes hueco, claro, porque te veo muy entusiasmado con varios proyectos. 😉
Un abrazo!
Gracias por ese armónico piropo… sí que hay diferencias, sí. Pero supongo que el sector las requiere. Estaré encantado con ese café, pero es verdad lo de los proyectos… y van surgiendo más! Ya te contaré. Un abrazo!
Ya sabes Daniel, las circunstancias no hacen a la persona, la definen. No hay como caminar para encontrar nuevos caminos, trabajo + orden + creatividad en continua re-mezcla (¡guión!) 🙂
Poco más se puede decir… 🙂
Dejo “en abierto” estos dos extractos:
:
Ken Robinson – “No hay ninguna diferencia entre los procesos creativos en la ciencia y en el arte, en el laboratorio y en el estudio. Es exactamente el mismo proceso: hipótesis y pruebas… solamente el resultado es diferente”.
David de Ugarte – “Lema escuela politécnica Mondragón: Socializando el saber se democratiza verdaderamente el poder”.
Tamara, esto es por dejar constancia de la exigencia en el nivel conversacional, ¿no? Tan en abierto lo dejas que me he echado hacia atrás en la silla para pensar:
1. Lo que se deriva de estos dos extractos
2. ¿Por qué precisamente estos?
Si hay algo que resulta especialmente estimulante es comprobar lo golosos que nos volvemos con el aprendizaje y la singularidad, tanto de nuestras percepciones como en la forma en que abordamos el proceso.
Ahora mismo tengo como una nube de tags esperando por las conexiones. Pero también algunas alarmas sobre la rigidez en la aplicación del concepto de “prioridad” y en lo que consideramos “el saber”. Quizá como que pecamos de una cierta prepotencia en el pensar que aprender a hacer lentejas tiene menos valor que aprender a realizar una infografía, por poner un ejemplo.
Espero que me ayudes con las conexiones… ¡Me intrigan! 🙂
En efecto, estas dos relaciones son material revisado hace un tiempo y que se mantenía a la espera para ir aprovechándolo. Me “saltaron” nada más acabar de leer el post, como una reafirmación de muchas conservaciones mantenidas.
Es más habitual reservarse en lo complicado que extraer lo simple y útil. Y esto ¿Qué significa? Pues o bien que no nos enteramos de lo que trata el tema o es tendencia responder a todo lo que no se nos pregunta. Y aquí el valor tiene mucho decir.
Queda pendiente la des-intriga (cojo prestado el formato guión)
Me suena, Tamara. Todas esas conexiones que nos asaltan por el camino y que vamos agrupando mentalmente para «otro momento». Nos dice algo, nos vienen bien para algo pero falla el concepto del orden y la metodología.
Pero sigo estando K.O. Esperaré 🙂
Me quedo con la reflexión del conocimiento y su digamos imposibilidad de saber si es necesario o no. O como para llegar a ese conocimiento necesario resulta necesario conocer mucho que luego es desbrozado y olvidado. Claro, la idea es eso de trabajar mucho, y definir el contexto como dices en algún comentario, antes de definir la ‘necesidad’ (y siempre en mercados digamos o entornos no maduros, por así decir), donde el conocimiento neesario es tan claro que lo mismo ya no es conocimiento sino hemeroteca… Es curioso, siempre me ha chocado cómo las personas nuevas que entran en una organización, faltos de su experiencia, de la sabiduría de su historia y modos, resultan mucho en ocasiones más lúcidas que cuando llevan años en las mismas y, ay, han ‘aprendido’…
Goio, por una vez no coincido con tu apreciación. Me remito a Stiglitz: «El conocimiento es la parte MÁS importante en la producción del conocimiento». Y es que no es lineal, el conocimiento adquirido e incorporado siempre es la base imprescindible para seguir construyendo conocimiento, aunque a veces implique modificaciones o reinterpretación.
Cierto que podemos necesitar esa «mirada nueva» para eliminar barreras internas a nuevos planteamientos o recolocaciones, «la luz, que no la ilustración» que decía Jose, pero no nos pasemos de un extremo a otro. Los contextos son fundamentales. Y atreverse con la revisión interna también. Pero ya quisiera mucha gente tener la diversidad y la riqueza que tienes tú incorporada para afrontar nuevas visiones.
Un abrazo!
Bueno, mi comentario está más bien lleno de incertidumbre, no es que dogmáticamente diga que el conocimiento viene de la genialidad del momento (de hecho, no estoy de acuerdo con eso). Recuerdo -no sé si alguna vez lo he podido contar aquí- que en mis tiempos de doctorando, un compañero que estaba defendiendo su tesis fue preguntado por la parte que consideraba más importante del trabajo presentado. Y la respuesta, brillante y adecuada sin duda, fue ‘lo más importante es lo que no está escrito’. Y hubo aprobación general, claro. Ahora bien… yo me pregunté, si no está escrito (porque son resultados malos, porque su experimentación se enfrentó con graves problemas técnicos, económicos o de otro tipo), ¿realmente hemos asegurado el conocimiento?
Goio, creo que tú eres un auténtico lince para las conexiones. Una de las cosas que me apetece hacer es poder pararme a recopilar y ordenar el conocimiento esparcido y te aseguro que hay mucho en la secuencia de comentarios que hemos ido haciendo a lo largo de muchos meses en los blogs. La conversación contigo, con Daniel y con Manel, en esta casa y en las vuestras, me ha hecho reflexionar y visualizar y ahora necesito organizarlas.
Estoy contigo, el conocimiento no surge ni evoluciona por generación espontánea. ¿Has visto el vídeo de Tim Harford sobre el “síndrome de dios”? Llegué a ellos a través del post de Bianka y enlaza también otro muy recomendable.
No había visto el video, aunque me ha enganchado a estas horas. Mi mente científica rechaza al que cree entender fácilmente sistemas complejos, y reconoce obviamente que existen quienes están afectados de este síndrome de Dios. Pero también sabe de metodologías e instrumentos que evitan el coste enorme del ‘prueba y error’, al menos en ciencia y tecnología. Es decir, en cosas que tienen una gran influencia de factores no controlables (psicológicos, por ejemplo), como pueden ser una propuesta financiera o una educativa, tal vez no tengan (o deban) tener aplicación, y yo desconozco si se ha estudiado. Pero en ese diseño que ha propuesto sobre esa boquilla sí tendrían algo que decir. Son cosas como el llamado diseño de experimentos, que toma condiciones de contorno para unas cuantas variables, a las que propone unos valores fijos, y permite un sistema matemático de tratamiento de los resultados obtenidos, algo que en sistemas relativamente controlados como estos está comprobado que funciona… Así que no sé qué físico o qué matemático trajeron para esa industria del detergente, pero, leñe, podía haberlo hecho mejor. Seguro!
Supongo Goio que lo del experimento del detergente lo ha contado muy simplificado y es lo que tu mente científica rechaza, yo me he quedado más con el concepto. Creo que el mundo ha avanzado por el sistema de ensayo y error, y ejemplos tiene la historia aunque no nos guste plantarles cara. ¿No consiste en eso la ciencia?
En el ámbito financiero y en el educativo creo que es donde no que da más remedio que aprender haciendo y reflexionando. En el primero, también he visto recientemente un vídeo que enlazo para cuando tengas tiempo. En el educativo hay muchos, es algo sobre lo que tengo bastante dirigida mi atención últimamente.
Sí, claro que el mundo ha avanzado por prueba y error, pero es método caro y largo. Él lo dice en el video como forma de desactivar a los dogmáticos que se presentan como conocedores definitivos del mundo, pero desde que existen métodos de diseño de experimentación simplemente no es la mejor opción en ciencia. Y ojo, lo que dice por ejemplo de la evolución es cierto, es un prueba y error (cuyos resultados no son necesariamente perfectos) a un nivel estadísticamente gigantesco, ¡no nos lo podríamos permitir!
Goio, creo que te puede gustar leer este apasionante relato de Jesús Frenández sobre un caso singular de empresa basada en el conocimiento. Por cierto, creo que es de Bilbao también 🙂