¿Residuo… o producto?
Se habla mucho de la consultoría como nueva burbuja derivada de la crisis y los despidos. Sin embargo una mirada atenta ayuda a definir una situación en la que a todas luces no son todos los que están pero tampoco están todos los que son. La pregunta es, ¿cómo se forja un consultor?
Hace tres años, Goio Borge afinaba el dardo de sus opiniones sobre consultoría desde la mirada interna de la I+D+i en la empresa industrial. De aquella se intuía que a su mente científica le rondaba cierta inquietud emprendedora que, finalmente hace un año, materializó con su socio Rubén Ealo. Desde entonces hemos conversado mucho. Mejor dicho, al principio le escuchaba porque Goio se entusiasma explicando procesos químicos y físicos, procedimientos, ejemplos, carencias, posibilidades…
Una parte interesante de nuestras conversaciones estaba relacionada con el mercado del ecodiseño, una compleja amalgama de intereses empresariales e institucionales en la que hay mucho que bucear en lo aparente para llegar al auténtico marco de limitaciones: si la necesidad existe, algunas soluciones también y la normativa va trazando el camino, ¿por qué nos resistimos a lo obvio?
Entre las conversaciones que hemos ido teniendo en estos meses, recuerdo especialmente una en torno a unos pintxos, tras una deliciosa ruta en barco por la ría de Bilbao, en la que Goio casi se enfada por mi insistencia en que lo que estaba haciendo con las empresas se llamaba «consultoría» mientras que él lo veía como la necesidad de evangelizar. El tiempo nos ha dado la razón a ambos pero colocando las piezas en su sitio: ese peaje de supuesta evangelización no era sino el tránsito en el que forja un buen profesional.
El proceso ha sido vertiginoso, el contraste es notorio. Hace un año, cuando estrenaba su nuevo estatus empresarial en el Pecha Kucha, lo que destacaba era su dominio técnico. Ahora, tras muchas conversaciones y escenarios, incluidos los desayunos tecnológicos, lo que llama la atención es su capacidad para escuchar, para hacer-se buenas preguntas y para conducir enfoques.
Realmente soy afortunada por poder compartir su proceso, además de seguir aprendiendo sobre el desarrollo de productos reciclados de calidad, sostenibles y competitivos. Pero la conversación se está convirtiendo en un reto porque me obliga a elevar el nivel. Daría para un buen Conversando con.
Jo, Isabel, muchas gracias por tantos parabienes. Uno desde dentro no es tan consciente del proceso por falta de perspectiva, entiendo, y ojalá sea tan fructífero como tus palabras dan a entender… Me gusta que la evangelización (otros dicen ‘empeño’, alguno llega a ‘tozudez’) aparezca teñida de un interés propio profundo por el tema, aunque imagino que hay que saber tomar distancia: la propia palabra, evangelización, me parece llena de advertencias!
Gran parte de nuestra resistencia a lo obvio en la cuestión de los residuos se debe a la tragedia de lo común que explicaba muy bien Jared Diamond en Colapso, o que tiene su propia entrada como concepto en Wikipedia (http://es.wikipedia.org/wiki/Tragedia_de_los_comunes). Que las soluciones individuales funcionen puede no ser un indicador bueno en un sector y mundo complejos…
Mil gracias de nuevo!
Jo, Goio, creo que no se puede profundizar más de lo que tú (vosotros) lo haces. Lo que me da pena es no haber anotado todo lo que me ibas contando sobre los procesos, pero aunque no recuerdo los datos los conceptos los tengo clarísimos, es lo que tiene hablar con un doctor en química, la estructura mental lo pone fácil.
Es cierto que uno mismo no se ve en su propia evolución, pero para mí ha sido enriquecedor irla siguiendo de cerca. Me alegra que te guste la idea del “conversando” aunque tendría que prepararme, el nivel es alto. ¿Tú crees que saldría bien? Tengo que presentarte a un amigo empresario de aquí, creo que haríais formaríais un equipo de primera.
Me voy a leer lo de la “tragedia de los comunes”. Abrazo! 🙂