Consultoría y realidades

Sobre «el sexo oculto del dinero»

Hay lecturas que sorprenden. Sobre todo al recuperarlas veinticinco años después de su publicación y comprobar la vigencia del análisis y las propuestas que ya entonces realizaba Clara Coria. Y sorprende también que siga siendo necesario subrayar lo obvio para implementar mecanismos de destanuralización de situaciones que se han travestido de modernidad, pero no se han cuestionado.

Retomar «El sexo oculto del dinero» me ha permitido refrescar ideas y volver la mirada a cuestiones que daba por superadas, como por ejemplo la diferencia entre independencia y autonomía. O las trampas que nos impiden a mujeres y hombres evolucionar en términos de igualdad de oportunidades. Porque, a la vista está, nos cuesta avanzar.

Entre los muchos subrayados y anotaciones, me ha resultado especialmente relevante la relativa al «valor del tiempo», una trampa que en la jerarquizada sociedad patriarcal ha afectado directamente a los hombres… pero que parece haberse universalizado.

«Time is money» o «el tiempo es oro»

La expresión “Time is money”, desde la perspectiva que aquí se propone, favorece una ilusión de abundancia. Una ilusión que se alimenta con la creencia de que todo el tiempo puede transformarse en algo poseído y controlable, como el dinero. El dinero, palpable y concreto, es mucho más tranquilizador que el tiempo, escurridizo y finito. El tiempo inapresable, inalmacenable, irreversible, implacable en su transcurrir, es como una herida abierta que recuerda permanentemente la limitación de la vida humana, la finitud y la muerte. Tal vez uno de los grandes atractivos del “Time is money” reside no sólo en el poder que deriva del dinero, sino en la ilusión de poder sobre el tiempo… que es como decir la ambición de poder y dominio sobre la muerte.

Pero resulta que cuanto más un individuo se aferra a ideas y vivencias ilusorias, tanto menos puede disponer de las posibilidades reales que la vida concreta le ofrece. Y es así como esa promesa ilusoria que encubre el Time is money se transforma -paradójicamente- en una pérdida de la disponibilidad de tiempo.

Queriendo vencer el tiempo -acumulando dinero- muchos hombres pierden el único tiempo del que disponen.

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2 comentarios

  1. El oro, como el acero, es un material sin forma, aunque frente a éste, el oro goza del prestigio exterior de lo cálido. Con el oro puede hacerse aquello que se quiera. No obstante, el oro toma forma gracias a la habilidad de quien lo trabaja. Podríamos decir, por tanto, que se solapan aquí dos tautologías: “el oro es dinero” y “el tiempo es oro”.

    En cada uno de los objetos de esta casa existe esa combinatoria de oro y de tiempo. Una infinidad de tiempo dedicado por personas, pagadas no para lucir su talento, sino para que el tiempo invertido en dar forma a lo dorado se hiciese presente. Porque el oro es, en definitiva, tiempo traducido a forma.

    Sin embargo, no es oro todo lo que reluce: el oro y lo dorado representan una misma idea, pero se extiende el abismo de la falsedad entre ambos. En realidad, entre la idea de lo macizo o la del recubrimiento de lo dorado solo existe la coincidencia externa del brillo amarillento.

    Fuente: LO QUE TAL VEZ SUCEDA AL MUDARSE DE UNA CASA DORADA A UNA CASA BLANCA

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