Otras miradas

Llamar a las personas y no a los lugares

espacio-publico-telefonoCita en el infinito

El desarrollo de la tecnología móvil nos ha permitido llegar a algo que solemos celebrar: la ubicuidad. Sin duda tiene muchas ventajas pero sería interesante (y no digo “fundamental” por no ponerme trascendente) detectar los cambios de conceptos que se imponen en estos acelerados procesos. Porque ahora la tecnología se desarrolla en base a sí misma, no a las personas, algo así como si el AVE se extendiera por todo el planeta, y anduviera a la conquista del universo, pero sin estaciones para subir o bajar.

Leía en una reflexión sobre el futuro de las cosas imposibles una de esas obviedades que me hacen parar a pensar:

En el caso de la telefonía móvil antes llamábamos a un lugar, no a una persona.

Bajo etiquetas como “personalización” y “tecnología facilitadora” hace ya tiempo que asoman preocupaciones tan visibles como la destrucción de empleo y el estrés de este mundo infartado por la dificultad de desconectar. Hay investigaciones y argumentaciones de todos los niveles y para todos los intereses gustos pero como soy muy básica para estas cosas, me pregunto hasta donde podremos aguantar esta paradoja ubicuidad-desubicación. Porque a fuerza de poder “llamar a las personas y no a los lugares” parece que ya no estamos en ninguna parte.

Tal vez además de (pre)ocuparnos por el lugar en el que las tecnologías de lo posible nos re-colocan a las personas, deberíamos empezar a pensar en los no lugares en los que nos des-coloca. Parece que los márgenes y las fronteras se están volviendo muy poblados. Igual ahí la oportunidad.

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17 comentarios

  1. Cuando teníamos un problema se le buscaba una solución, pero ahora tenemos soluciones a problemas que no existen o a problemas que no hemos encontrado aún. ¿Será que antes buscábamos soluciones y ahora tenemos que buscar los problemas?

    1. Tal cual Edu, el mercado, que le dicen 😛

      Antes teníamos problemas definidos y ahora tenemos problemas rugosos y complejos, perversos que se les llama. Aun ayer hice un apunte sobre eso a raíz de una charla que daba Alfons Cornella hace tiempo.

  2. Lo peor de esta desubicación, de este ir directo a la persona, es que no se tienen para nada en cuenta las circunstancias en las que se halla. Me explico, utilizando tu misma imagen, cuando llamábamos antes a alguien a algún lugar, [seguramente a un teléfono que se hallaba en el mueble de alguna habitación o colgado de una de las paredes del edificio, no en el bolsillo o el bolso de la persona] y preguntábamos -a quien quiera que fuese que se pusiera al teléfono- por la persona con la que queríamos hablar, no podíamos evitar contextualizarla e integrar este contexto entre los determinantes que influían en aquel episodio comunicativo, hablase de lo que se hablase, el lugar desde el que se daba la relación impregnaba la comunicación y la situaba en el mundo.

    Este desanclaje actual del lugar que supone la facilitación tecnológica, permite ignorar el contexto y abducir a la persona para que gire en nuestra órbita a demanda. Y así obtenemos una imagen muy actual en la que pasamos la mayor parte del tiempo ajenos a nuestras circunstancias y orbitando en torno a las de los demás.

    1. “pasamos la mayor parte del tiempo ajenos a nuestras circunstancias y orbitando en torno a las de los demás” Y así es muy difícil recobrar la velocidad de giro de la tierra, ¿verdad?

      Yo soy de esas antiguas que sigue prefiriendo llamar a un fijo antes que a un móvil y, de no haberlo, empiezo preguntando si es buen momento. Y de las que pone el móvil en silencio o incluso lo apago, cuando el lugar y el momento no son apropiados para hablar. Por eso también procuro mirar la hora antes de llamar a alguien tratando de diferenciar lo que debe ser tiempo de trabajo y lo que no.

      Personalismos y manías aparte, creo que esta ubicuidad y disponibilidad permanentes nos abocan al desarraigo de nosotros mismos porque dificulta (por no decir impide) ser conscientes del aquí y el ahora. Y si no estás en ninguna parte es difícil soñar realidades distintas, porque todo se confunde. La buena cocina sigue necesitando ingredientes reales y tiempo de proceso. Y conste que no estoy en contra de la tecnología, lo que creo que falta es revisar los códigos para hacerla ergonómica a nuestra vida. Si no, el exceso de comunicación nos incomunica.

      Gràcies Manel!

  3. Los valores nos dan las coordenadas para poder situarnos y movernos con sentido. También por eso estoy de acuerdo contigo y entiendo tan bien cuando dices “que esta ubicuidad y disponibilidad permanentes nos abocan al desarraigo de nosotros mismos”, porque creo que hay valores que aún muchos compartimos y que son el contexto verbal y social en la que tantas cosas cobran sentido. Pero no sé hasta qué punto estos valores compartidos son previos y siempre los mismos o cambian cuando vienen revoluciones radicales (no por extremistas, si no por eso de ir a la raíz de las cosas) No sé si la revolución amable y a la vez muy radical que las tecnologías están imponiendo en los usos más simples de la vida cotidiana (tanto en nuestras costumbres públicas como privadas) está trayendo también de manera más o menos silenciosa un profundo cambio de muchos valores que tiene que ver con una manera de entender(nos en) el mundo. No sé si entonces, a quien le toque, tendrá que jugar en otras coordenadas y situarse y moverse de otra manera en este mundo.

    No recuerdo quien decía algo así como que “algunos van al mar y ven todo menos agua”. Eso pasa con frecuencia en las maneras más comunes en que nos cuentan y nos (des)informan de las ventajas y estas cosas tan “smart” de las tecnologías. Leer y descubrir de repente tanta agua delante de nuestras narices es una de las cosas que me gustan de tus entradas. Gracias Isabel!

    1. Entre la exaltación de la felicidad perversa y la desubicación no es de extrañar que necesitemos a la enfermedad como justificación del sufrimiento.

      Buena pregunta la de si los valores son previos y cambian con el uso de la tecnología o si ésta es la disculpa para abandonar una serie de códigos relacionales que se des-precian por antiguos. Igual el punto de perversión está en la necesidad de aparentar una modernidad que avanza tan rápido que no somos capaces de cuestionar. Tienes razón al calificarla de “revolución amable” porque bajo esa apariencia de tecnologías facilitadoras acabaremos agarrados a un brazo robótico que igual hasta nos da los buenos días mientras una pantalla nos recuerda la medicación que debemos tomar.

      Parece algunos tenemos tendencia a navegar y sumergirnos 🙂 Gracias Manuel!

  4. Gracias a las nuevas tecnologías podemos mantener relación con personas a las que de otra manera no podríamos seguir. Lo que más me llama la atención es la des-nudez de la intimidad. Quizás sea que soy demasiado reservada con mi vida pero no deja de sorprenderme la exposición de nuestra vida privada, ubicándonos continuamente en lugares y tiempos, como si todos necesitásemos saber dónde están nuestros contactor en todo momento.
    A nadie se nos ocurriría llamar a esos teléfonos de mesilla a las tantas de la noche, imaginábamos que despertaríamos a todos los habitantes de los hogares. Y ahora mismo en un grupo de WhatsApp de trabajo, del que no soy voluntariamente miembro, están enviando mensajes sin parar, da igual la hora, el lugar o la circunstancia en la que nos encontramos…. En mi caso que a estas horas no estoy disponible para cosas irrelevantes que pueden esperar a que salga el sol. No es posible (ni sano) estar permanentemente disponible.
    Muchas gracias por la reflexión, que si no os parece mal utilizaré como argumento a mi blindaje tecnológico.
    Muchos besos

    1. “es que si no lo escribo ahora se me olvida y así ya lo dejo enviado”

      Hola Aiti!
      La frase de arriba es un ejemplo de las muchas disculpas que se usan para mandar un mensaje por whatsapp a cualquier hora. Y yo me pregunto si la gente ya no sabe escribir en papel para hacer algo tan “simple” como una nota, o una lista de tareas.

      Yo no participo en grupos a los que me añaden sin motivo, bueno, en realidad tan sólo he estado en grupos para cuestiones puntuales. Y no estoy en contra, a mis padres se lo instalamos hace años porque es una herramienta más de comunicación. Comparto al cien por cien lo que dices, y me gusta la imagen del teléfono en la mesilla por lo que transmite de respeto a la Vida de las personas.

      Tu comentario me ha recordado una conversación telefónica pendiente precisamente por esa percepción de la intimidad que parece que compartimos. Tendremos que ponernos de acuerdo por whatsapp para encontrar un momento bueno para las dos 😉

      Gracias Aiti por completar la reflexión. Un abrazo.

  5. Me ha gustado mucho este post. Cuando firmé mi primer contrato con un operador móvil le pregunté al comercial (era cuando iban de puerta en puerta) si el móvil tendría cobertura en mi pueblo. Me preguntó cuál era, se lo dije y me comentó que su familia era de un pueblo cercano y que bueno, que uf, que si salía de casa… El pobre chico se veía perdiendo mi firma porque conocía la zona y no sabía mentir. Entonces le dije «no, no te preocupes, precisamente yo lo que quiero es que NO tenga cobertura, si voy al pueblo, quiero es para que no me molesten». Y sí, me aseguró que NO tendría cobertura y yo firmé tan contenta 🙂

    Ahora con Casa Tía Julia (seguimos sin tener internet, ni teléfono fijo, y la cobertura de móvil es solo de una compañía -a la que me cambié hace poco, porque estar localizable es la única manera de compatibilizar mi proyecto y mi trabajo-) me planteo la disyuntiva de si es mejor luchar contra todo para que llegue una conexión decente o si lo mejor es abrazar la realidad que tenemos y convertir la casa en un sitio «libre de wifi»… y nunca sé qué es mejor, lo que gano por un lado lo pierdo por el otro.

    1. Hay aplicaciones para buscar “zona libre (gratis) wifi” y oferta de “zona libre de wifi” como incentivo de ocio y descanso. Yo sin duda me quedo con la segunda.

      Había llegado a tu proyecto por lo de “amadrina una teja” hace tiempo y me ha hecho ilusión reencontrarme con él. Supongo que porque coincide con el estilo de vida que me apetece y con el espíritu de uno de los proyectos que me tiene muy absorbida últimamente. Es como una señal de algo que me ronda por la cabeza pero aún no sé muy bien cómo interpretar 😉

      Interesante el reto que te planteas. Parece que el espíritu de tu proyecto pide un sitio “libre de wifi” pero, claro, desde fuera es fácil opinar. Aunque abrazar la realidad que tenemos suele ser la única manera de poder inventarnos aquella a la que queremos llegar, en lugar de quedarnos con las que nos venden.

      Gracias Nuria. Me re-engancho a Casa Tía Julia, podría ser un buen paréntesis…

  6. Qué buena reflexión sobre la incidencia de las nuevas tecnologías en nuestra forma de ESTAR en el mundo, su capacidad para conectarnos con él y desconectarnos de lo que realmente estamos viviendo. Cuando tenía 20 años emprendí mi primera aventura en solitario, estaba en otro país viviendo miles de cosas nuevas cada día y con un móvil que sólo servía para hacer y recibir llamadas y sms, siempre y cuando el saldo me lo permitiera. Así que un par de días a la semana reservaba una hora de conexión a internet en los ordenadores de la biblioteca, y redactaba, y revivía, y mi experiencia tomaba más sentido. Porque el poder del aquí y el ahora es maravilloso por un lado, pero te desconecta de la magia del momento porque has de invertir parte de tu concentración en la comunicación de aquello que compartes.
    Me ha encantado el post Isa, y esto, con tu permiso me lo quedo:
    «Y si no estás en ninguna parte es difícil soñar realidades distintas, porque todo se confunde. La buena cocina sigue necesitando ingredientes reales y tiempo de proceso».

    Me viene de perlas para reconciliarme con los tiempos de los procesos, que a veces, como las nuevas tecnologías, me empujan hacia un aquí y un ya no reflexionado.

    Merci 🙂

    1. Hola Belén!

      Conociendo tu capacidad y tu velocidad de proceso, no creo que sucumbas a ese peligro. Quizá, aparentemente, te pierdas un poco en el vértigo, pero sólo eso. Eres de esas pocas y raras personas que sabes sumergirte en la realidad del momento y pasar a otras, pero siempre llevando contigo el poso de lo vivido y lo aprendido. Necesitas explorar, pero eres persona de convicciones y raíces. Esto me/nos quedó más claro aún este verano con aquel café en el parque.

      Quédate con lo que quieras, mi querida exploradora. Estoy convencida de que volveremos a coincidir trabajando juntas. Hacemos buen equipo 😉

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