Consultoría y realidades

x16 y sin control

Lo habitual… que no lo normal

El sillón y el mando a distancia del Dvd nos dan cierta sensación de dominio sobre el tiempo. Decidimos qué ver y cuando darle al play, podemos retroceder para captar el detalle o avanzar en la parte aburrida. Pero lo cierto es que el ritmo (acelerado) nos viene impuesto, algo de lo que no somos demasiados conscientes.

Queremos resultados, soportamos mal los preparativos y el tiempo de cocina. Nos agitamos tanto para no perder el ritmo del día a día que el fondo siempre se nos presenta turbio. Por obligación paramos, pero no nos detenemos… hasta que algo nos obliga.

Este fin de semana, para ser exactos de viernes a domingo, he encadenado una serie de reuniones de trabajo cuyos objetivos eran tan diversos como aparentemente dispares. Una, la más breve, se refería a un proyecto propio cuyo enfoque se tambaleaba peligrosamente. No fue una reunión al uso, más bien un café mágico en el momento oportuno que abrió de nuevo la puerta a la ilusión, es decir, a la posibilidad.

Las otras dos eran con clientes pero ambas fuera de horario laboral. La del sábado por la mañana se realizó en las instalaciones de la empresa y aunque su objetivo principal giraba en torno al desarrollo de un ambicioso proyecto, la presencia de algunas personas que sólo se conocían virtualmente contribuyó a un desarrollo conversacional poco habitual. Y no fue en la sobremesa, como cabría esperar, sino a primera hora, cuando el silencio de las instalaciones incitaba al movimiento en libertad y traer a primera línea lo que normalmente son anotaciones al margen.

A esa reunión acudí con maleta ya que para la siguiente nos habían convocado en un entrañable entorno marinero no muy lejano, pero sí lo suficiente para desaconsejar la conducción nocturna. Ésta se me atragantaba especialmente, sobre todo porque se trataba de una despedida, pero no de una persona sino de la empresa. Tras muchos años en el mercado, ya no podía ser, había que cerrar.

Desde luego, una situación poco convencional y no muy apetecible. Costaba disimular el cansancio, pero había que estar, así que el primer impacto cuando fuimos llegando no era muy gratificante. Para sorpresa generalizada, no había programa, ni sala de reuniones, ni carpetas con documentos. Y lo peor, sin conexión a Internet.  Simplemente espacio, dentro y fuera, árboles, mar, sol y tiempo para «hacer nada». En realidad poco nuevo había que comunicar pero entonces, ¿qué hacíamos allí?

Y se formaron corrillos, claro, pero las horas eran largas. Y no había nada que esperar, así que lo inesperado tuvo su tiempo de cocción. Aunque pudiera, no sabría encontrar la forma de organizar el relato de lo que ocurrió: un grupo de casi veinte personas liberando su potencial cuando la oportunidad ya no pende de un hilo. Lo único que puedo decir es que la empresa ya no cierra, se transforma. Al no tratar de amarrar el pasado el fondo dejó de ser opaco para mostrar la realidad que se ocultaba. Descubrieron que lo que querían, debían y podían estaba en línea y se han puesto manos a la obra.

Conduciendo de regreso sentí que también mi marcador se había puesto a cero, como si por primera vez en mucho tiempo la percepción y las vivencias caminaran a la par. Y entonces me acordé de mi «descubrimiento» cuando me sumergí en el visionado de El cielo gira. Aquel día, el Dvd se burlaba de mi impaciencia paralizando la película  de forma que me obligaba a reiniciar constantemente y avanzar con el mando. Pero ésta es una película muy especial que «más que a contar incita a sentir algo que vamos olvidando: la propia existencia».

En una de las paradas que me obligaron a avanzar me fijé en los protagonistas contemplando una puesta de sol que, en el tiempo real de la película, apenas se apreciaba pero con el x16 pulsado se mostró en todo su esplendor. Entonces fue un pensamiento fugaz pero ha vuelto de forma recurrente como «anotación» sobre la que me apetecía pensar. Pero ya no hace falta, este fin de semana tan «alterado» me ha permitido no sólo vivirlo, sino ser conciente de la importancia de disfrutar los tiempos y sus percepciones.

Sin embargo sé que la tentación volverá con fuerza así que he colocado algunas alarmas (en mi estómago, en mi corazón y en mi cabeza) para descubrir si el ritmo de lo que se me presenta ya viene acelerado y qué es lo que hago yo. Porque no hay nada tan productivo como reservar algún tiempo para «hacer nada».

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8 comentarios

  1. Me ha gustado muchísimo esta extensa y variada entrada. Me ha impresionado sobre todo el pasaje de la empresa que cerraba…

    Comentábamos y desarrollábamos hace unas semanas en un equipo de trabajo, una frase que aparece en el último libro de G. Hamel, que dice algo así como:

    «Las organizaciones que se definen con lo que hacen, cierran las puertas a la innovación. Las organizaciones se deben de definir por lo que saben y pueden hacer».

    Cuando te he leído, he imaginado que ese grupo de personas se ha vuelto a enfocar porque han sabido redefinirse con lo que saben, pueden y QUIEREN hacer, no lo sé…

    Me gusta también el concepto de «hacer nada» que planteas, aunque no lo practique en demasía.

    Un saludo, Isabel!!

    1. Hola Paulino!

      Lo cierto es que empecé a escribir con intención de ir ordenando las experiencias pero tuve que empezar por visualizar la secuencia completa. El caso de la empresa que ya no cierra es uno de los más sorprendentes que me ha tocado vivir. En el equipo hay una persona con mucho carisma (del de verdad, ya sabes) que fue quien propuso este “último” encuentro. Ahora casi creo que algo de esto le andaba en la cabeza, pero no lo sé. O igual no, porque lo cierto es que es quien siempre imprimía calma al equipo para recuperar el enfoque. Tengo que reflexionar a fondo, pero tampoco creo que me den mucho tiempo porque claro, me siento parte del reto y no sólo como consultora.

      Me gusta la frase de Hamel, al que ya he visto muy presente en tu último post. Yo también creo que (casi) siempre “se puede”.

      Lo de hacer nada es algo a lo que le vengo dando vueltas hace un tiempo pero con la última reunión de este fin de semana creo que he aprendido la lección. Ahora es cuestión de disciplinarse 🙂

      Hoy parece que hemos hecho intercambio bloguero casi simultáneo. Un abrazo!!!

  2. Creo que a pesar de ser muy de «hacer» y bastante «espírica» necesito tanto como el aire eso de «estar sin hacer nada» …. a veces es como si dejases de emitir para recibir ….

    1. Creo que tú eres de esas personas que sabe combinar ambas facetas y no es muy habitual. En alguna ocasión he comentado que ya con tus comentarios me transmitías paz y ahora que nos hemos tomado un par de cafés juntas sé que el dinamismo te acompaña en la misma medida. El secreto que me gustaría tener es la forma en que eres capaz de encontrar la medida de equilibrio entre emitir y recibir. Yo tengo que vigilarme, por eso lo de la media distancia 😉

      Un abrazo Juana!

  3. el dvd permite engañarnos sobre el control del ritmo, supongo. Luego tiene uno esa necesidad en el cine de poder parar la proyección para ‘rebobinar’ y entender lo que han dicho, y sucede que no es así. A cambio, no hay manera de dormirse en el cine (al menos yo), supongo que porque sé que no tengo posibilidad de ver más tarde lo que estoy viendo. Ayer me dijeron que habían visto ‘muerte en venecia’ en poco más de una hora, poniendo ‘sólo’ en x4 las partes muuuuuuy lentas que tiene la peli. Pena, me he dicho yo para mí mismo.

    anyway, una reunión en empresa que va a cerrar (aunque si es para reinventarse no nos deprimimos tanto) y con semejante vacío y en domingo, casi parece heroico. Que sé que es cosa que los tiempos están exigiendo, pero, vamos, por subrayarlo y eso…

  4. Goio, yo reconozco que si hay una escena de persecuciones muy larga le doy, por lo menos, a x2, pero lo que dices de Muerte en Venecia es un poco herético, ¿no? El caso de El cielo gira es espectacular porque el tiempo es el real así que, al verlo como “normal” en x16 me hizo darme cuenta de hasta que punto tenemos la percepción distorsionada.

    Esto lo relaciono con el aprendizaje y con los retos normales de la vida. Acostumbrados a verlo todo tan rápido en las películas es como si se nos hubiera olvidado que todo necesita su tiempo. Parece que la frustración está muy relacionada con esa necesidad de resultados inmediatos.

    La reunión de ese sábado-domingo fue espectacular, y no por el resultado sino por el desarrollo. Cuando ponía orden en las notas me hizo pensar y cuestionar muchas cosas. Tenemos una puesta en común en breve y va a ser muy interesante, también para mí, porque se traduce en un tipo de actuación que me gusta mucho más que el papel que tenía antes. Lo de trabajar en domingo tampoco es novedad, si te contáramos…

    Un abrazo

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