Casi real

Antes de regresar [casi real]

 

Caminó con calma, como escondiendo el vacío que le impulsaba a entrar. Había quien no entendía su apego a aquel lugar y a veces él también lo pensaba. Entonces desaparecía una temporada y dejaba de “perder el tiempo”. Eso quedaba para los críos y para los que no aspiraban a nada. Desde su ascenso, veía la vida de otra manera.

Las cosas iban realmente bien pero había algo… En el fondo le molestaba tanta felicitación hueca, y se sentía especialmente cansado esta noche…

– ¡Hombre, cuanto tiempo! Ahora no se te ve el pelo. ¿Copa o whisky?

Se alegraban de verle, y lo agradecía, aunque no estaba dispuesto a dar rienda suelta a sentimentalismos… Había bastante gente ya para ser tan temprano. En poco tiempo, el local se llenaría, como todos los viernes.

– Es que ando muy liado y estuvimos de convención en…

Leía la admiración, y la envidia, en algunos ojos. Se le habían ido acercando y se dejaba querer con deferencia…

– ¿Marchas? Venga, tómate esta, que estás invitado y luego te vas.

Bueno, no era muy tarde. En realidad no tenía ganas de coger el coche y si se iba, acabaría pasando las horas en algún otro sitio, aunque había prometido…

El fin de semana le resultaba agobiante. Le gustaría meterse en cama y dormir, pero estaba la familia.  En realidad le molestaba más pensar en ello que soportarlo, entre ir con el crío al partido y ver una película… no quedaba tiempo para más. Casi siempre se dormía en el sillón y despertaba de madrugada con el ruido de la tele. Salvo algún compromiso a cenar o los vinos de medio día, desde su ascenso, ya nadie le pedía explicaciones. Era “más libre” que nunca, más admirado, más respetado. Veía las cosas de otra manera, ya no era cuestión de andar en estas tonterías perdiendo el tiempo…

– Qué, tío, ¿juegas sólo? A ver si acabas con esa bola, que la estás mareando. Desde que eres jefazo no hay quien se te acerque

Dejó que la bola se colara mientras se apartaba de la máquina con suave condescendencia.

– Vaya vida que os pegáis –algunos conocidos más se habían ido acercando y lo rodeaban contra la barra – Y luego dicen que trabajan. ¡Esto si que son chollos! Y a ver cuando se te ve un detalle, que he visto por ahí unas camisetas muy chulas…

No era mala gente. Se sentía un poco Papá Noel y se dejaba querer, aunque notaba que desde que había dejado de venir tan a menudo le respetaban más. Eso de “poner las cosas en su sitio” había sido buena idea.

Ahora el local estaba bastante lleno y no veía la puerta. La charla se había ido generalizando y alguien le había puesto otra copa a pesar de sus protestas – “Que tengo que marchar y me queda una hora de coche”

Pero no le apetecía, la semana había sido larga y un poco de adoración no venía mal. A veces se sentía un poco “hijo de puta”, todos le creían un tío tan majo…

– Este ni se entera

– Perdón, estaba distraído… Es que es viernes y uno ya va viejo

– Venga ya, y encima presumido. Eso es para que te llamen guapo

Se dio cuenta que las chicas se habían ido acercando. Alguna se las tenía juradas pero siempre conseguía escurrirse con diplomacia. La euforia de las copas iba cediendo paso a la decepción y sabía que si no marchaba la noche acabaría en una liada tonta. Oía las voces pero empezaba a aburrirse. Pasaba de las 12, no tenía sentido seguir allí. Recordó que, a veces, los viernes ella salía a cenar…

Había quedado en llamarla el martes, quizá estuviera enfadada. Sí, seguro, pero no tenía razón. Él no tenía tiempo para niñerías. Total, siempre lo mismo. Una copa y una larga y agradable conversación pero acabaría a las tantas con su soledad en el hotel. Él también estaba enfadado, llevaban años igual. Se sentía escuchado y entendido pero… Con los demás estaba bien esa elegante forma de marcar distancias pero con él no tenía derecho.

– Oye, cóbrame esto – señalando el grupo de copas de la barra – que me voy

Separó el dinero para la autopista y echó una moneda en la tragaperras. Al menos podía tocarle el especial…

– ¡Qué sorpresa! ¿Y tú tan tarde por aquí un viernes?

La cascada de monedas le proporcionó la disculpa necesaria para disimular la sonrisa que bailaba en sus ojos.

Compartir

10 comentarios

  1. Vaya! si no fuera por algunos detalles que marcan identidad hubiera jurado que has descrito a la perfección una secuencia vivida. A mí, personalmente, me parece una magnifica evocación de este tira y afloja entre lo que se quiere y lo que se debe al que uno se autoimpulsa cuando se pretende controlar una imagen más deseada que propia. Como si de alguna manera, los otros ya supieran quienes realmente somos y nosotros nos empeñásemos en cambiar esta imagen por otra más romántica… Menos mal que parece que el final suspensivo promete…

  2. Recomendaría a todo el mundo que pasara algún tiempo detrás de una barra. La experiencia hostelera es única para mirar el mundo de otra forma.
    Hay interesantes distancias entre lo que decimos y lo que hacemos. Entre como nos pensamos y como nos piensan.

    Creo que en la mayor parte de estos extractos de vida cotidiana que se pueden relatar, podríamos ser, en diferentes momentos de la vida, mas de uno de sus personajes.

    Y a todo esto hay que sumarle, claro, la magia de las copas… y el momento histórico. Aunque cada vez se conversa menos.

    Gracias Manel.

  3. Este relato me ha producido cierta tristeza, a veces me pregunto si la gente que llega «lejos» sabe lo que quiere, si lo que se entiende por «triunfo» es algo real, si de verdad son capaces de encontrar-se ….
    Alguna vez he estado detrás de una barra …. aunque mi especialidad es estar al lado ….
    El relato es precioso.

  4. Muchas gracias Juana!

    Me encanta lo de «encontrar-se», el significado de las palabras crece al desglosarse, ¿verdad?

    Sí que produce tristeza. Y lo malo es que es muy fácil caer en esa trampa sin revisar, y mucho menos cuestionar, lo que entendemos por triunfo.

    Lo al lado o dentro de la barra, viene a ser lo mismo. La cuestión es la mirada y la perspicacia, y ambas cosas son tu especialidad. Siempre me llaman la atención tus comentarios cuando coincidimos.

    Gracias de nuevo Juana, por tu opinión, y por escribirla aquí.

    Un abrazo

  5. Y uno ve a los hombres ‘de poder’ en momentos así, y suele ser cruel, y se dice eso de que teniéndolo ya todo, cómo es posible estar así, a verlas venir, al viento de quien le haga una distracción o le ponga una copa, o le dé una conversación que pudiera ser no interesada, por una vez en semanas. ¿Su tragedia no será que no podemos comprenderles porque a fin de cuentas tampoco pueden explicarse?

  6. Supongo que son gajes del oficio, a más poder, más ambigüedad en las relaciones respecto al interés «trepa» o la simple curiosidad. Dejando el tema de lado, el relato me encanta. Me parece que tiene esa cosilla de «caer en mitad de algo que está sucediendo», y sigues manejando la sugerencia… Algún diálogo un pelín más continuo, y perfecto!

  7. Goio, yo lo veo un poco diferente. Creo que precisamente el contraste es síntoma de que el subconsciente cuestiona. Mientras él piensa que estar ahí es la debilidad, yo creo que la debilidad está en todo lo demás que acepta, incluido el buscar reforzarse sintiéndose adorado. Pero encuentro igual de abominable la actitud de esa gente que se acerca a lo que considera el poder, a ver si sacan algo, aunque sólo sea una mísera camiseta o el hecho de demostrar al resto que tienen la atención del jefazo.

    Queda la duda del alcance de esa debilidad. La del jefazo y la de quienes adoran. En lo que estoy de acuerdo es que entran ganas de ser un poco cruel con tanta mediocridad.

  8. Daniel, si alguna vez me decido a dejar los temas «serios» y dedicarme a lo que me gusta ¿me permites que te tome como mi tutor personal? ¡Es que no se te escapa una!

    Había algo más de diálogo pero pensé que se podría hacer un poco largo y recorté.

    Gracias! 🙂

  9. Ja ja ja, encantado de la vida, Isabel! No es por fardar, pero no eres la primera que me lo ha pedido. A este paso voy a tener que dar un curso! Pero yo también pido ayuda para correcciones, ojo… Goio es el maestro de maestros…
    Un beso!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies