Consultoría y realidades

Exceso de líneas rojas

¿Sirve de algo entender?

Tras haber recuperado el enfoque y el hilo conductor profesional/personal (imposible separarlos) siento auténtica necesidad de «escribirme», pero me encuentro con la necesidad de una reflexión obligada.

Apasionada por muchas cosas y fan de muy pocas, siempre me ha costado entender el tsunami de adoraciones y defenestraciones públicas. Quizá algún defecto mental que me empuja a considerar constantemente lo bueno de lo malo y lo malo de lo bueno.

Carezco de la experiencia, los conocimientos y la motivación para analizar los fenómenos pasionales que se producen en las redes sociales, aunque encuentro que son más de lo mismo, sólo que superado por la repercusión y la inmediatez.

Tuve ocasión de conocer a Nacho Vigalondo hace unos meses  y sé que él ni me recordará, aunque sí al licor café. Andaba yo por aquel entonces cuestionando muchas certezas, algo tan incómodo como inherente al tan proclamado proceso de aprendizaje y mejora continua.

Aquel Trash entre amigos me dio ocasión de acercarme a una cara de la cultura desconocida para mí pero, sobre todo, a sorprenderme con la talla intelectual y personal de sus protagonistas, muy por encima de sus personajes, magníficos por cierto aunque sus contextos no encajen con los míos.

Unos meses después, el seguimiento de la polémica surgida con una de las películas proyectada en el festival de Sitges me llevó a reflexionar sobre la histérica e hipócrita superficialidad en la que nos dejamos atrapar por la inmediatez.

Repasaba ayer estas polémicas recientes desarrolladas desde twitter y no puedo dejar de pensar en las contradicciones, en las trampas, en la escasa inteligencia colectiva que somos capaces de generar.

Por un lado, según los «entendidos» parece que hay opiniones que no merecen ser escuchadas pero, por otro, son rápidamente manipuladas por los mismos que las niegan para recortar derechos y cargarse la separación de poderes a costa de demonizar y castigar en la realidad no virtual. Aunque no siempre, claro.

Por cierto, que en el anteproyecto de Ley de Igualdad de Trato y no Discriminación también se contempla el bloqueo de Internet a través de un nuevo órgano administrativo (último párrafo en la exposición y motivos, artículo 37 y disposición adicional primera).

Personalmente, en el caso de Nacho Vigalondo, tmi respeto a la persona está muy por encima del personaje, pero era la parte mediática, y no lo que había detrás, lo que interesaba a sus contratantes.

Y también espero que, a pesar de lo duro que tiene que estar resultando,  salga mejor enfocado y reforzado personal y profesionalmente. Igual que Alex de la Iglesia, aunque son casos bien diferentes. Es lo que tiene el talento y la inteligencia, que quien los tiene, sabe sacar lo bueno de lo malo.

La banalidad general nos lleva tan lejos como profundo es el pozo al que nos arrastra. Poco entendimiento y exceso de líneas rojas. Somos (i)responsables y habrá consecuencias.

NOTA: Un enlace que merece la pena destacando este otro enlace que va dentro.

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