Una de las entelequias que la crisis ha traído a primera línea es la del «erario público», ese amenazante fantasma con vida propia que al parecer estamos esquilmando. Sin embargo la expresión es, conceptual y gramaticalmente, incorrecta.
Erario viene del aerarium de la antigua Roma y era el nombre que se daba al tesoro público obtenido mediante la recaudación de los impuestos. Y así sigue siendo, es decir, erario es el conjunto de recursos financieros de los que dispone el gobierno de un territorio y que se cobra es aportado, directa o indirectamente, por la ciudadanía. Y la palabra clave es «dispone» ya que esos recursos (el erario) no son «propiedad» de las personas o instituciones que gobiernan.
Así pues, teniendo en cuenta su significado, gramaticalmente la expresión erario público también es im-propia por redundante puesto que la palabra erario ya lleva implícita la idea de público. Pero es lo que tienen los prefijos de negación, que tienden a hacernos olvidar el significado de la palabra de origen.
«No te conozco de nada»
Ya en su primer discurso ante el Parlamento el rey de Holanda declaró que el Estado de bienestar clásico debía ser sustituido por «una sociedad participativa». Y es que el Estado «no puede hacerse cargo de todo» y, además, «corrompe a la gente que recibe los beneficios porque los hace dependientes de esta ayuda, al Estado porque crea una burocracia gigantesca y a la sociedad porque nadie hace nada por el resto».
Dicho y hecho, desde principios de este año la ayuda al creciente número de personas con dependencia (viviremos más, pero no como si tuviéramos 20 años) se ha convertido en una «obligación moral» para familias, amigos y vecinos. Y aunque el incumplimiento aún no está penalizado, todo llegará.
El poder es tremendamente hábil usurpando ideas y tendencias así que el desafío que se plantean en Holanda es convencer a la ciudadanía de que deben apoyarse y ser responsables de quienes le rodean. Y como no querrán hacerlo espontáneamente, quien necesite ayuda tendrá que demostrar que, además de no tener medios, carece de una red de apoyo informal.
En el discurso de lo que cuestan los servicios al «erario público» habrá cambios y palabras como recortes o austeridad pronto serán sustituidas por la perversidad de este nuevo enfoque de la participación.
Lo dicho, a partir de ahora, todos perfectos des-conocidos.
Igual nos entre un poco la risa aquí con el discurso holandés, que no deja de ser el americano de toda la vida. Dónde estaríamos aquí sin la red informal? La circunstancia es que allí en el frío la parte familiar de esa red es, generalizando, inexistente. Pero me temo que tendrían que modificar alguna cuestión cultural para mejorarlo. Su matiz sobre los costes que le supone no tenerlo casi resume un modo de ver la vida…
Lo malo es que en este país nos hemos quedado a medio camino entre un modelo y el otro, es decir, con lo peor de cada casa. Porque para otras cosas, que también las hay buenas, nunca hemos sido América.
¿Y crees que aquí tenemos esa red informal? ¿No será más bien que la precarización laboral de las mujeres ha suplido esa “supuesta red”? Pues ya te imaginas hacia dónde vamos porque no veo yo al personal con intención de socializar las responsabilidades familiares.
Este tema me recuerda a una de aquellas películas “futuristas” de hace años que jugaba con la idea de la prohibición de nuevos nacimientos hasta que no fuera muriendo gente, por aquello de la superpoblación. Y claro, sucedían cosas como que el personal se quedaba mirando en un accidente de carretera porque estaban a la espera de autorización para procrear.
Lo que me parece auténticamente perverso es que se culpabilice a la ciudadanía y se aluda a la participación. Y lo de los costes es muy discutible, otra cosa es que la espiral de electoralismos derivara en excesos y sandeces…
Encantado con la introducción al post, no había parado a pensaren ello.
Respecto a esa solidaridad forzada qué decir!, acostumbrados ya estamos, la novedad sería que ese Estado hiciera algo para la ciudadanía al margen de parasitarla…
Es que me revienta la forma en que se usa lo del “erario público” como dardo, olvidando precisamente el significado de público, así que cuando lo leí en la noticia de Holanda me vine directa al blog.
Respecto a lo de la participación, muy buena tu imagen: el estado parasitando a la ciudadanía… 🙁
Todo es mejorable pero me parece una burla que sea el monarca el que diga que el estado no puede hacerse cargo de todo y que corrompe a la gente que lo recibe, se puede aplicar el cuento i dimitir el y toda la familia (a riesgo de aparecer como un populista 😉 )
Desde hace tiempo estamos en un cambio de modelo económico con efectos en las relaciones laborales, sociales y salariales que exigen cambios pero mi opción no va en la línea de cargarse el modelo de bienestar sino en una adecuada adaptación.
Sí, que lo diga el monarca ya es la guinda del pastel, la Edad Media parece una época recursiva. A mi no me parece un argumento populista, aunque si esa es la etiqueta que se le quiere adjudicar, pues sea 😉
El modelo tipo burbuja sostenida en el que nos movemos ha generado, entre otras cosas, la imposibilidad de mantener esas relaciones familiares y personales que podrían permitir esas redes de apoyo: casas ínfimas, invasión de espacios ciudadanos, movilidad imposible… Por otro lado, una de las consecuencias inmediatas de las medidas que Holanda, y también España, están poniendo en práctica es la destrucción de muchos puestos de trabajo y la sobrecarga de las economías familiares. Teniendo en cuenta que el consumo es una de las bases de la economía, no parece muy lógico, ¿verdad?
Gracias Xavier por leer y comentar.