Empiezan a saltar las alarmas mediáticas por los múltiples problemas derivados del envejecimiento en el mundo «desarrollado». Y digo mediáticas porque todo parece reducirse al desencuentro argumental de las diferentes disciplinas sobre los síntomas y sus consecuencias.
En el ámbito de lo social no es sencillo investigar las causas pero como sabemos que las ideas tienen consecuencias lo que sí podemos es observar, y aprender, de esas otras realidades que han ido emergiendo.
Jeff Speck, graduado en arquitectura e historia del arte, es planificador y diseñador urbano. En su interesante charla «La ciudad para caminar», expone el caso de Portland, Oregón, que brilla como excepción a lo que en EEUU (y resto del mundo «desarrollado») se muestra como tendencia mayoritaria.
«Según el Centro de Control de Enfermedades en EEUU, un tercio completo de los niños nacidos después del 2000 tendrá diabetes. Esta es la primera generación de niños en EE.UU. de la que se predice tendrán vidas más cortas que sus padres. Creo que esta crisis sanitaria de EE.UU. de la que todos hemos oído es una crisis de diseño urbano, y que en el diseño de nuestras ciudades yace la cura”.
El origen de lo que diferencia a Portland de casi cualquier otra ciudad de EEUU se debe a decisiones que se tomaron en los años 70: mientras la mayoría se expandían indiscriminadamente, instituyeron un límite al crecimiento urbano. Es decir, mientras por todo el país se ensanchaban las carreteras, acabando con las zonas de estacionamiento y los árboles para hacer más fluido el tráfico, en Portland se instituyó un programa de calles estrechas, ahorrándose multimillonarias inversiones y diseñando la estructura y los espacios para bicicletas y caminatas.
El tiempo y el dinero de la ciudadanía que ya no se emplea en conducir (y que se iba fuera de la economía local) ahora se emplea en los hogares y la inversión en el hogar es lo más local en lo que pueda invertirse.
Pero hay otro aspecto importante en la evolución de Portland y es la gran atracción que ejerce sobre la población joven con formación, que en pocos años se incrementó un 50% respecto a otros lugares del país.
Por eso la mejor estrategia económica que se puede tener como ciudad no es el viejo modo de intentar atraer corporaciones, y de tener un polo biotecnológico o un polo médico, o un polo aeroespacial, sino el de volverse un lugar en el que la gente quiera vivir. Y los jóvenes son los motores del emprendimiento…
El argumento de la salud: El peligro de los alarmantes incrementos en obesidad no se refieren sólo a las enfermedades directamente derivadas, que no son pocas. Estamos consiguiendo que las generaciones futuras tengan una predicción de vida más corta que la nuestra. Cierto que la obesidad está relacionada con el sedentarismo pero no viene sólo por el tipo de trabajo que realizamos sino por vivir en lugares en los que la relación espacio-tiempo hace imposible caminar. El sedentarismo nace del paisaje. ¿Cómo están diseñadas nuestras ciudades?
El argumento ambiental: Escapar de las ciudades no es la solución, extenderse es colonizar el espacio y eso agrava el problema. Resulta fascinante la forma en que los ambientalistas dieron un vuelco completo hace 10 años al cambiar la forma en que medimos las emisiones de CO2: Y dijeron, midamos el CO2 por hogar, y al hacer eso, los mapas se invirtieron, más frío en el centro de la ciudad, más caliente en los suburbios, y al rojo vivo en estos barrios alejados. Lo que necesitamos diseñar estructuras que “permitan caminar”.
Sentido común
En cualquier caso, no olvidemos que correlación no implica causalidad así que no se debe confundir «alargamiento de la esperanza de vida» con el «envejecimiento poblacional». Cuestiones, por cierto, muy relacionadas con enfoques culpabilizantes en las argumentaciones relativas a los crecientes problemas de conciliación. Lo que hace falta es utilizar los datos para nuevos enfoques y aceptar que no cabe negociación donde lo que falla es la estructura. Y en el caso del envejecimiento de la población, traducido al bajísimo índice de descendencia, hablar de conciliación no es (sólo) una cuestión de valores.
conozco el caso de Portland por el hijo de un amigo pero no sé si es buen ejemplo porque tendríamos que deshacer todo lo que llevamos hecho, y no sé si la gente se acostumbraría ahora a esa mentalidad de caminar
Pues yo creo que sí, ya ves como se llenan las «rutas del colesterol» en todas las ciudades a poco que se abren los espacios. El problema es que como son espacios «específicos para» suelen estar fuera de donde se resuelve la vida (en todos sus aspectos). Es decir, los espacios de vida y trabajo deberían obedecer a esa configuración de espacio-tiempo que nos permita movernos sin necesidad de automóviles.
Te recomiendo una mirada al tema de los autobuses al que se refiere Jaime Lerner, el concepto es similar al que comentaba hablando del tren con estaciones pero sin paradas.
Un dato que me parece relevante en el caso de Portland es ese incremento de población joven formada; es la capacidad que no tenemos aquí pero que está muy difundida fuera (en los EEUU, en Alemania, en Inglaterra, en Francia) de movilidad importante en el país; gente que en su vida acabará viviendo en cinco o seis ciudades distintas, algo que si aquí supera las dos es casi extraordinario.
siempre he creído muy falaz el discurso de las poblaciones envejecidas y sus problemas. Esos políticos adscritos a las pirámides poblacionales no parecen considerar no ya que el envejecimiento es problemático, sino que una pirámide de muuuuuchos niños y pooooooocos ancianos no supone que los ancianos mueran antes y no sean un problema económico: ¡supone que mueren niños que en breves años serían capaces de producir! así que desgraciadamente para ellos se mueven en una paradoja más allá incluso de sus escrúpulos. También se olvidan de la contribución de la tercera edad (o ‘el poder gris’, como le llama Enrique Gil Calvo) a la economía y la política. Dicho de otro modo, cuando los babyboomers superen los 60 años, serán una mayoría poblacional tal que su organización influenciará la política definitivamente. Por supuesto, hay una demonización conceptual arrastrada: si son ancianos, además de cobrar pensiones, serán inútiles. Y tb creo que eso es injusto con el pasado y posiblemente ciego con el futuro. Posiblemente es más fácil y demagógico crear alarma con los ancianos enfermos que con los sanos, claro.
Interesantísimo post, desde luego, estupenda la relación entre salud y diseño de ciudad. Yo me alegro de vivir en una adecuadísima para andar y andar y andar.
Lo que más me llamó la atención en el caso de Portland es que no se trata sólo del atractivo pasajero en las rutas movilidad sino que mucha gente joven la eligió para establecerse en el sentido de sentir que no sólo la ciudad le aportaba algo sino que podían aportar algo a la ciudad. Lo curioso es ver el horizonte temporal del origen de esas decisiones. No creo que se pueda explicar desde los típicos criterios de análisis que tendemos a aplicar desde las distintas disciplinas, apostaría algo que para entenderlo tendríamos que irnos a “la historia de las personas” 🙂
El enfoque del asunto del envejecimiento de la población es tan… ¿estúpido? que hasta cuesta poner un punto de partida para desmontar tanto tópico malintencionado y tanta miopía. Bueno, en realidad es que no hay ningún tipo de enfoque. Por un lado no hacemos más que hablar de la necesidad de capturar el conocimiento pero por otro, nos empeñamos en no permitir que la población se interconecte de manera natural. Hemos conseguido una sociedad infantilizada que reniega de los procesos, como si lo de ser viejos ocurriera un día sin más. El sistema hace aguas por todas partes. El desequilibrio de la pirámide de población no tiene más solución que la de que se incrementen los nacimientos, pero eso no es algo que se vaya a conseguir con legislaciones medievales sobre los derechos reproductivos. Por otro lado, el sector político monta sus discursos sobre el mismo miedo que atenazó a la generación de nuestros padres y legisla para esa población mayor a la que al mismo tiempo relega, y de la que reniega, excepto para seguir consiguiendo su voto.
Y encima ahora ya vemos que además de procrear menos se vuelve a acortar la esperanza de vida por todas esas enfermedades generadas por nuestra desarrollada civilización. Agggg, este tema da para muchas sobremesas.
Por cierto, no es la ciudad la que resulta adecuadísima para andar sino la forma en que ésta permita organizar la vida. Y lo a gusto que estás tú ahora con menos dependencia del coche 🙂
Disculpa por mi retraso en la conversación Goio, espero empezar a ponerme al día, aunque sea poco a poco. Mañana me toca parada en tu casa.
estupendo tenerte de vuelta!!
Hace tiempo seguía un blog de demografía que creo se me perdió entre ordenadores o cambios de readers. Pero lo he visto de nuevo, y te envío una entrada de estas recopilatorias sobre el engaño interesado al que nos someten con el envejecimiento de la población. Pa mucho leer…
http://apuntesdedemografia.wordpress.com/envejecimiento-demografico/que-es/consecuencias-del-envejecimiento-demografico/
Qué buena pinta. ¡Muchas gracias! 🙂