Conversacional

Maestría

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Pero también…

El buen aprendiz se conforma con una respuesta satisfactoria; el gran aprendiz percibe la inquietud, se estimula con la intranquilidad y acepta el reto de pensar.

La inquietud compartida genera conocimiento. El mejor maestro es el que sigue teniendo vocación de aprendiz, porque la vida es aprendizaje.

Por suerte, conozco unas cuantas personas así pero estos días me acuerdo especialmente de la fontanera digital

Fotografía vía José A. Latorre

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11 comentarios

  1. Mil gracias Isabel.

    Como bien sabes, en estos tiempos modernos dónde prima la inmediatez, dónde te colocan la etiqueta de «experta» en cuanto te despistas… es complicado mantener tu estatus de maestra-aprendiz.

    Cada vez más frecuentemente me sueño a mi misma en un obrador, de madrugada amasando hogazas de pan, lejos de todo este mundo de alta velocidad. Ahí estamos. Y somos unos cuantos.

    Un abrazo grande, grande

    Paz

    1. No hay nada que agradecer Pau, ¡eres grande!

      Lo que dices de las etiquetas da para mucho, creo que ocurre lo mismo que con las jerarquías, a muchas mujeres nos dan alergia. ¿Será porque no hemos hecho la mili? Las etiquetas y las jerarquías tienen mucho que ver con el viejo orden, son un absoluto incordio para dejar que el caos florezca libremente.

      Lo del obrador parece una preciosa metáfora: una maestra-aprendiz que se toma tiempo para amasar vivencias y elaborar conocimiento. Pero no te apartes mucho, que otras aprendices te queremos cerca 🙂

      Un abrazo!!

    2. El ‘qué buen siervo si hubiera buen señor’ siempre me ha parecido muy aplicable a la deseable relación alumno-profesor (o como dices, y por no estar en la educación reglada, aprendiz-maestro), siempre mucho más biyectiva de lo que las jerarquías imponen. Yo me pregunto si hay manera de ser profesor sin ser alumno, de ser maestro sin ser aprendiz, de ser señor sin ser siervo. Y no hablo sólo de haber sido antes la categoría aparentemente inferior, sino de seguir siéndolo con el tiempo y gracias a la humildad (esa cualidad que si uno reconoce como propia deja de ser humilde) que la vida debiera enseñar.

      Hoy en día, el señor hasta se arroga el papel de siervo y nos vende de continuo que sirve al pueblo, pero sus hechos le contradicen y sus palabras nos engañan. Tal vez sea uno de los diagnósticos de los males de nuestro tiempo. Me pregunto también si podríamos mejorar eso si ya desde alumno trabajamos facetas en otra línea.

      Vamos, que me pregunto demasiadas cosas!

  2. Pingback: IG | In-formación

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