Consultoría y realidades

Misiones, objetivos, incentivos e indicadores

¿Y estos lodos?

Ayer, en medio de un merecido visionado para desconectar, me llamó la atención lo que uno de los personajes preguntaba a otro sobre una tercera persona: Pero, ¿tenía sentido de la misión o tenía sentido del objetivo?

El contexto no era empresarial, ni político, hablaban sobre la vida privada de alguien que acababa de morir, así que me resultó más sorprendente aún la introducción de este (importante) matiz en la pregunta. La respuesta no estuvo mal pero la cuestión es que me recordó una conversación reciente con un alto directivo de una organización empresarial  cuando me decía que, en el desarrollo de los proyectos no disfrutaba del proceso, sólo cuando conseguía el objetivo.

En el momento me resultó chocante el uso de la palabra «proyectos» y la rotundidad con la que manifestaba como  su orientación a lo concreto le impide disfrutar (¿y aprender?) del proceso. Al escuchar hoy la pregunta a la que me refería al principio, me di cuenta que esta persona parece tener muy claro que lo suyo es sentido del objetivo. Sin embargo, no creo que sea tan sencillo.

En el ámbito de las organizaciones privadas, cuando alguien se juega el puesto en base a resultados parece coherente que esta responsabilidad vaya acompañada de la necesaria capacidad de decisión inherente al cargo. Si el punto de mira está sólo en los resultados puede ocurrir que estos se intenten conseguir de cualquier manera y a cualquier precio porque «dime como me mides y te diré cómo me comporto».

La viñeta que acompaña al post resulta muy ilustrativa de lo perversos que pueden resultar los incentivos y incorrecta transmisión de las instrucciones. Y si como indicador se usa una foto tomada desde las alturas, la visión del tejado podría dar la falsa apariencia de objetivos cubiertos. Y esta parece una dinámica difícil de cambiar, a juzgar por el ejemplo de quienes se supone que deberían tener sentido de la misión.

Teniendo en cuenta el constante goteo de ejemplos que nos amenizan el día a día, y tras conocer el nuevo episodio de indulgencia del gobierno saliente, creo que lo más sensato es iniciar el día con los auténticos filósofos de esta época. Igual con la risa hasta nos movilizamos.

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11 comentarios

  1. Realmente el tema que traes, más que alarmante es triste. Por suerte para el mundo y para desgracia de gran parte de la humanidad una parte de ésta se va a quedar por el camino en este proceso de cambio que vivimos si continúan empecinados en este alarde de estupidez que hasta el momento se ha vendido como inteligencia práctica. Decir que realmente estas orientado a los resultados y no preocuparte por la parte del proceso que no te permite obtenerlos no es propio ni de nuestros antecesores de Atapuerca. Que esto suceda en el ámbito privado es posible tan sólo si no se controla el coste de la “no calidad”, una verdadera fuga de capital para presuntos orientados a beneficios, algo que saben muchos empresarios y tod@ buen directiv@.

    Lastimosamente en este país se ha apostado durante mucho tiempo por un perfil directivo agresivo, impaciente, de frente huidiza, mirada convergente y un discurso aparentemente práctico, por no entretenerse con los “cómos” y obsesionado por el “qué”. Se echa de menos la sencillez y el sentido común de la practicidad y de la “orientación a la utilidad”.

    Aconseja el Dalai Lama: “Cuando pierdas, no te pierdas la lección.” Una gran lección en 7 palabras…pero claro, hay quien debe pensar que esta máxima es «happy flowers»

    Me quedo con la viñeta del tejado, me parece genial y ejemplificante de lo importante que puede ser el cómo. Fíjate como son las cosas, si en vez de decir “el techo DE la casa”, la consigna hubiera sido “el techo A la casa”, el resultado a gratificar hubiera sido distinto…

  2. Manel, excelente propuesta la del cambio de preposición, ponen el broche a la viñeta. Igual es que ahora ya no se estudian en clase…

    Tienes razón, es sobre todo triste. Pero también alarmante porque ni aún ahora parece cambiar la tendencia sino que va a más. Lo extraño es que te lo digan tan claramente, se suelen disfrazar mucho los discursos. Lo curioso es que a esta persona yo la conocí, profesionalmente, antes de ocupar ese cargo y mi percepción era diferente. Puede que fuera yo la equivocada, o puede que los incentivos que recibe, y los indicadores que toman como referencia de su trabajo, sean incorrectos y de alguna manera se esté encasillando.

    En las organizaciones empresariales cada vez se observa más el desfase y el desenfoque respecto al concepto de utilidad, algo que yo creo que la mayor parte en realidad nunca han tenido. Ya sabes, eso que tú sueles comentar sobre la definición de misiones genéricas y grandilocuentes. Y creo que se debe tanto al desinterés como a la ignorancia. Lo decías en el post anterior, «demasiada prisa para enseñar (en este caso apariencia de resultados) como para entretenerse en aprender».

    Magnífica la lección en 7 palabras. Me la apunto. Muchas gracias! 🙂

  3. Pues el resumen «dime como me mides y te diré cómo me comporto» me parece también de lo más interesante. Los incentivos y el trabajo por objetivos es una filosofía de caracter empresarial pero diría que está traspasandose a la sociedad… y es una filosofía que se arraiga profundamente. En el momento en el que un empleado pierde motivación, se acude al «solo les importa lo que vendo» por decir un ejemplo, o «lo que produzco» y no cómo, o por qué lo vendo. Además, se les nota mucho en el ámbito privado, cuando los discursos sobre entusiasmo se desinflan a la primera bajada de beneficios: lo que comentas sobre el disfraz de los discursos.
    Y por último, conduzco tu reflexión a otro ámbito del que también se habla últimamente: las subvenciones. Han conseguido su propósito, es decir, crear tejido empresarial? Parece que no, teniendo en cuenta la cantidad de empresas que desaparecen por la falta de subvenciones (ayer vi un caso de una escuela de teatro en Navarra). Como siempre, enlazando temas. Muy chula la viñeta. Y las del Roto, qué buenas…
    Un abrazo!

    1. Es cierto Daniel, esa frase lo resume todo y a la vez apunta al origen: las decisiones políticas y los indicadores. En los ámbitos de trabajo (y no sólo el empresarial, también la administración) las mediciones de productividad por departamentos o los tópicos en cuanto a lo que es trabajar, siguen haciendo mucho daño. Parece que el “hacer que se hace” sigue siendo lo más importante a todos los niveles, y si eso es lo que te van a valorar, todo el mundo se dedica a caminar por la superficie y algún día (como está pasando ahora) se nos muestra la fragilidad y la ficción sobre la que construimos.

      Pero tienes razón en que se traslada a la sociedad, lo vemos ya desde la familia. Seguimos con el concepto premio-castigo en lugar de enseñar la responsabilidad que implica el entender lo que son consecuencias lógicas y consecuencias naturales. Educamos para que el centro de uno mismo esté en la opinión externa y la bola de nieve sigue creciendo a lo largo de la vida y en los demás ámbitos. Eso se ve en la viñeta, aunque los incentivos e instrucciones fueran incorrectos, está claro que la gente se agarra a lo que más le conviene a “corto plazo”. Ya vendrá alguien a resolverlo. En fin…

      Lo de las subvenciones, ha generado la falsa idea de gratuidad, cuando en realidad sale de nuestros bolsillos. Y lo de la concurrencia competitiva no es la solución, sólo ha conducido a la parálisis en el desarrollo de proyectos porque en lugar de pensar en el enfoque más interesante hay que pararse a entender, y camuflar, lo que se quiere hacer en el marco de lo que la institución pide en lugar de observar lo que el mercado dice y necesita. Pura distorsión y ocasión para favoritismos.

      Lo del humor no lo digo por ser pasota, sino porque es un dardo directo al sentido común a veces más efectivos que varios puñados de palabras y razonamientos.

      Me encanta este “enlazar temas”. Gracias Daniel. Un abrazo! 🙂

  4. Creo que tengo un visión privilegiada en esta asunto porque veo muchos tejados, en lo privado hay pero muchos más en lo público. Entre las administraciones y las asociaciones se llevan la mayor parte de la cuota. Lo que no hay son cimientos. Me gusta la viñeta y la propuesta del cambio de preposiciones. La usaré, la usaré.

    Saludos.

    1. Tú siempre tan al grano rfc. 🙂 Seguro que vas a utilizarla con la ironía y concesión que te caracteriza. A veces es la mejor forma de resumir un montón de argumentos.

      Un saludo

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