Conversacional

Dibujando…

¿Un café?

Cuando lo sencillo se vuelve complicado, sólo queda conversar. Pero el tiempo disponible siempre es poco y para que las palabras salten de nivel, necesitan su proceso.

Acostumbrados a la concisión y a la inmediatez virtual,  a veces se necesita un tiempo de adaptación porque en el «cara a cara» las realidades percibidas pueden ser muy diferentes. Salvo excepciones, se enriquecen con gestos y matices pero eso significa un grado de implicación que no siempre es factible. Y es que tenemos tan poco tiempo…

No hace tanto que lo habitual era pedir la dirección de correo electrónico a alguien que acababas de conocer. Ahora lo normal es que nos desvirtualicemos y, dentro de nada, nos virtualizaremos presencialmente por afinidades. La cuestión no es qué receta es mejor sino la forma en que la utilizamos porque, lo que cuenta, es la intención y la capacidad para comunicarnos.

Por eso, lo importante no es dónde conoces a las personas, sino lo que te une a ellas. El resto es cuestión de tiempo porque la amistad siempre es cosa de dos… o más, es lo que tiene la red.

Las conversaciones que he ido desarrollando en los dos últimos años a través de los blogs no sólo tienen mucho que ver en mi evolución, sino que me han hecho más soportable la irritante palabrería que a veces ensordece el día a día. En bastantes casos nos hemos ido desvirtualizando y en todos, la realidad ha superado a la ficción, sobre todo en el último mes. Porque a veces son las pequeñas cosas las que ayudan en el tránsito en el que se forjan los proyectos y los sueños. Sin duda ahora los míos son mucho más grandes.

Cierto que lo 2.0 tiene mucho ruído, tal vez es que he tenido mucha suerte. O que intento no confundir lo personal con lo privado, que se desarrolla por caminos insospechados y pasan a nuestro acervo de tesoros personales. El tiempo suele hacer su trabajo y siempre surge el momento para terminar de dibujarte compartiendo un café. Ayuda a coger nuevos rumbos..

Decía Unamuno

He dicho alguna vez, con escándalo acaso de ciertos pedantes, que la verdadera universidad popular española han sido el café y la plaza pública. 

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11 comentarios

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  2. Hola Isabel, yo creo que uno es como es, en presencial y en virtual. Y si se es, como sospecho que eres tú (y como espero ser yo), de relaciones profundas, en la red se hace lo mismo, Internet no nos hace mejores ni peores, tampoco cambia nuestros hábitos, solo los adapta al medio.
    Tu desvirtualización es una de las que más me apetece, que lo sepas… Ese café juntas hay que tomarlo, yo solo y cortito… y, sobre todo, sin prisas…

    1. Tienes razón Francesca, en lo de las relaciones profundas y en lo de que Internet no nos cambia, sólo nos proyecta.

      Yo creo que tiene que ser este invierno lo de la desvirtualización. Además, nunca he estado en Bcn y hay muchas almas deliciosas con las que me apetece tertuliar. Procuraré avisar con tiempo para que tengáis un ratito porque tal y como andan los minutos de acelerados…

      Yo con leche muy caliente o solo y con hielo. Si es que hay cosas en las que me entra un extremismo…

      He disfrutado mucho con tu post de hoy. Gracias por pasar por aquí. Un abrazo! 🙂

  3. Me ha encantado el post.
    Puedo contarte que en mi caso no me ha decepcionado ninguna de las «desvirtualizaciones» de personas a las que había ido conociendo previamente en mi «barrio» virtual.
    Al contrario: eran tal y como esperaba. O mejor.

    Yo creo que si tienes una actividad más o menos constante en internet, no se puede disimular ni mentir por mucho tiempo, debe ser agotador y no creo que pueda aguantarse. La verdad es muy tenaz y flota como el corcho: aflora.

    Al final se producen encuentros con personas por afinidad natural (en ciertos temas, claro) porque acabas por encontrar a los que transitan con frecuencia las mismas sendas: coincides en los amigos, coincides en las lecturas, te los encuentras en los comentarios de dónde tú comentas… y ¡flop! ya forman parte de tu normalidad.
    Funciona así.

    Vamos, que si te dejas caer por Bcn ese café va a tener que ser de tres. A Francesca seguro que no le importa 😉

  4. Judith, yo creo que somos afortunadas pero también debe ser que ponemos sentimientos en las conversaciones. En tu caso, está además esa «mirada» tuya que emociona y te deja sin palabras. «Los abrazos» del otro día me traspasaron pero es que la nube de ayer me llegó al alma. Sin las cuatro palabras que tú elegiste la imagen sólo hubiera sido una curiosidad.

    Además de las coincidencias que comentas yo añadiría una cosa, ¡lo que aprendes! Como un juego de espejos que te van ayudando a verte y te enriquecen. La verdad es que mi «normalidad» es mucho más agradable ahora.

    Muchas gracias Judith! Es un placer seguir tu mirada. Feliz domingo! 🙂

  5. Qué voy a decir yo de las desvirtualizaciones, si no puedo estar más de acuerdo… ni más sorprendido por los encuentros. Como dice arati, no se puede disimular o mentir por la red durante mucho tiempo (tampoco tiene mucho sentido, creo yo) y entonces me remito a tu acertado apunte: «no confundir lo personal con lo privado». Enseñamos lo que elegimos enseñar. Nunca se me había planteado esta distinción, y da para muchas reflexiones, porque la soledad al escribir en internet puede dar la falsa apariencia de algo privado… pero es una ventana al mundo que nos comunica, y las buenas conexiones se dan precisamente por esa comunión de lo privado. Casi me atrevería a decir que lo virtual traspasa el nivel de palabras directamente, sin café de por medio ni tiempo de adaptación. Pero es una ilusión: las conexiones virtuales también llevan su tiempo. Y de este modo, yo creo que la desvirtualización no puede ser decepcionante en ningún caso. El ruido del 2.0, el juego de espejos para aprender… lo mencionas todo, un post con una visión muy, muy acertada.
    Un abrazo!

    1. Daniel, ¿qué más decir de nuestra desvirtualización? :)))

      Yo creo que es básico lo que somos porque más que elegir lo que enseñar, separamos algunas cosas que no se deben compartir. Pero no más que en cualquier otro entorno y eso es algo que se observa con los móviles, no puedo entender las cosas que la gente habla a voz en grito por la calle, en el transporte público, mientras hacen cola en algún sitio… A veces siento auténtica vergüenza ajena.

      Es cierto que las conexiones virtuales, para que se estabilicen, llevan su tiempo. Aparecer es fácil pero quedarse implica escuchar, conversar, debatir…

      Lo de los espejos es el gran hallazgo porque las posibilidades del entorno inmediato suelen ser más reducidas, incluso claustrofóbicas. Las tres desvirtualizaciones que he vivido en el último mes son un auténtico regalo para el alma y para el intelecto.

      Muchas gracias tutor. Un abrazo!

  6. Estoy de acuerdo con esto de «la realidad ha superado a la ficción» …. me encantaría volver a Barcelona, le he dicho he a mi marido esta misma mañana que hay que ir a dar una vueltita por allí, además de ser una ciudad preciosa, el personal es ¡estupendiiiiiisimo!

  7. Ay, don Miguel, si se levantara usted ahora y viera en qué han quedado los viejos cafés de su amado Bilbao, si escudriñara esos logos amarillos y blancos y entendiera de repente què es una hamburguesa, entonces es probable que también entendiera hacia dónde ha ido la cultura.

    por lo demás estoy básicamente de acuerdo. Llevo ya años desvirtualizándome con muchas personas, y siempre que las he conocido con tiempo y las he visto escribir mucho, la intuición no ha fallado nunca. Casi diria que es un método que da menos decepciones que otros. Aunque, ejem, depende también de qué se busque…

    1. Pero seguro que Don Miguel descubriría el placer de bloguear… 😉

      Goio, en nuestro caso fue diferente, asistí a su desvirtualización con otro clásico de la red en la que yo iba de “acompañante” y directamente nos conocimos en persona antes de pasar a lo virtual. Si es que da para tantas combinaciones esto…

      Un abrazo!

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