Escrito para Qvemos, la red social de tv, cine y webseries
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Diferente la quinta temporada de Dexter… Los traumas infantiles se integran en la vida adulta en la que el fantasma del padre protector va perdiendo su protagonismo y, al fin, Dexter se va enredando en la vida de la comunidad.
Porque en esta temporada los malos ya no parecen ser el eje sino el soporte de las historias de amor que cruzan a lo largo de la trama: la suya propia, la hermana, la jefa, los hijos…
Si dudar es humano, Dexter atraviesa barreras a velocidad de capítulo y la seguridad se le desmorona porque “nada es tan simple como aparenta”. Empieza a vivir las complicaciones de intentar ser padre protector, hermano cariñoso, enamorado y amante…
Y en medio de una maldad coral regida por liderazgos de salón, se pregunta si un monstruo como él tendrá que conformarse con esta clase de amor, con el que “empieza y acaba en sangre”. Pero no hay intención de respuesta sino de disculpas necesarias para ir recomponiendo su rígida disciplina en función de las exigencias sentimentales de esta quinta temporada.
Repleta de “momentos”, a Dexter se le despierta la ternura, y la libido, compartiendo una nueva realidad que le envuelve en dudas y expectativas. ¿Qué decir de las miradas con las que se acarician cuando le regala la navaja a su amada? ¿Y de cómo la observa cuando practica con el cuchillo justiciero, con el nuevo reparto de tareas y preparativos o con la coordinación estética de la puesta en escena? ¿No es auténtico amor?
Los justicieros enamorados sellan su pacto eterno con sangre pero olvidan las reglas porque, sabido es, basta un minuto para perder la eternidad…
Y entonces Dexter comprende el verdadero significado del amor, el que respeta la libertad de evolucionar más allá de las circunstancias y marca nuevos caminos. Y hace lo que debe, ayuda a su amada a alejarse: “No lamentes que tu oscuridad se haya ido”.
A mi me ha parecido monstruosamente tierno…
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