El mundo protesta y a mi me envuelve una especial ternura. ¿Por qué será que siempre me encuentra más preparada el silencio que la fiesta?
Anoche, mientras cenábamos, la ría se vistió de plata dejando a nuestras voces los matices que poco a poco fueron pintando trazos de arco iris en la noche. Se intuía lluvia, pero el mar fue cómplice negociando con las nubes un pequeño aplazamiento.
Siempre hay, en agosto, un día que se viste de otoño recordándonos que el tópico veraniego debe ser disfrutado. Que hay que cansarse del des-orden para que llegue la añoranza de la rutina. Que los días ya languidecen en reflejos dorados.
Atardece en agosto, y llueve. El viento envuelve un rumor de pasos y voces que dejan desiertas las calles mientras los edificios se encienden entre cristales de luz.
Respiro tranquila. A nadie espero, ni me esperan. Estoy en pausa, como un lago a los pies del mundo en la soledad blanca de estos días que van dando forma al otoño.
¿Será que para mi el silencio es la fiesta?
decía woody allen al principio de ‘días de radio’ que iba a hablar de su infancia y que si ponía el paisaje lluvioso era porque la lluvia siempre parecía más nostálgica, aunque obviamente no se tiraba el día lloviendo. Aquí estamos teniendo no sólo un día de otoño en pleno verano, sino muchos, demasiados dicen algunos. A mí tampoco me molesta. Acabo de mirar por la ventana, y aprovechando que hace unas horas que no llueve, las chicas que trabajan en la residencia han salido cinco minutos a descansar y se sientan en la plaza. Se fuman su cigarrillo mientras miran a dos mochileros rubios y de buena planta que cruzan la plaza escudriñando sus mapas, seguramente perdidos. Los mochileros pasan y ellas se ríen de algo.
Goio, se intuye un relato corto (un «casi real») en lo que ves desde la ventana. En realidad el comentario completo es casi mi mini relato 🙂
A mi la lluvia no me produce nostalgia, más bien sensación de orden y de tranquilidad. Incluso me gusta salir a caminar cuando llueve y se vacían los espacios. También he de reconocer que me gusta mucho el otoño, con sus atardeceres dorados y esa sensación de calma tras el bullicio del verano. Encima lo asocio a la vuelta al cole que implicaba dos cosas buenas, seguir aprendiendo y alejarme de casa (familia numerosa siendo la única hija)
La verdad es que este pequeño desvarío fue consecuencia ver que todo el mundo estaba compartiendo fotos y quejas en las redes, es que hay que ver como nos repetimos con los tópicos.
Me pregunto de qué se reirían los mochileros rubios…
También me gusta el otoño. Por eso estoy disfrutando de este agosto un poco loco Qué bueno seguir disfrutando con vosotros. Un abrazo!
Mi respuesta a tu comentario se perdió en el traslado de blog así que repito. Espero que aún sigas disfrutando del agosto loco así nos veremos todos con mas ganas dentro de poco para seguir conversando de blog a blog.
Un abrazo Daniel! 🙂
Por aquí también llovió y la verdad es que se agradecen estas intromisiones juguetonas de la Diosa en la canícula incolora e insoportable del Agosto. Tal y como refrescan en este verano tan yermo, algunos posts como este que nos ofreces Isa 🙂
Manel, esta respuesta también se perdió en el traslado, pero creo que te decía que por las fotos que compartes de vez en cuando y los post que vas poniendo, parece que tu retiro es no sólo refrescante sino productivo.
Un abrazo! 🙂