Harris es la voz solista de la Malagasy Gospel (Madagascar). Tiene 18 años y hasta hace cinco vivía en un internado cochambroso para niños ciegos.
Se cree que tiene el síndrome de Williams: no puede controlar sus manos y tampoco puede decir más de tres palabras seguidas. Pero es un superdotado para la música. Oye una canción en cualquier idioma, sea el que sea, y la canta perfectamente.
Comentábamos ayer, al hilo de la educación y la necesidad de cambios, como las supuestas mayorías aparentan, pero arrinconan, todo aquello que se sale de la normalidad aceptada. Hoy me dan esta pequeña reseña de Harris y sólo puedo emocionarme y pensar en la forma de gritar: ¿Lo veis? ¡Está ahí! ¡Sólo tenemos que aprender a mirar… y a escuchar!
Para serte sincero, realmente no se qué hacer con mis emociones ante entradas de este tipo por un lado siento una profunda tristeza por las manifestaciones de cualquier enfermedad a la vez que me admiro por la vacuidad con la que vivimos nuestra extraordinaria complejidad, aquella que puede hacer que hagamos cosas aparentemente tan sencillas como controlar nuestras manos y, después, vuelve otra oleada de tristeza que, mezclada con la alegría del niño, no se a quien va dirigida si a mí por sentirme triste o si al niño por estar tan alegre ante mí tristeza. Realmente me debato en un conflicto húmedo y oscuro desde el momento en que dejé de aceptar lo normal como lo más conveniente
Por cierto canta que es un prodigio. Gracias por el post Isabel
Manel, cuando soy capaz de parar y percibir la vida en las dimensiones que realmente tiene, cuando me encuentro con personas como Harris, entro en el mismo conflicto que describes. Y entonces creo que sería bueno para mi, para todo el mundo, que todos compartiéramos una realidad que vamos sesgando con nuestra mezquindad. Quiero a todos los Harris cerca para que entre todos hagamos cosas mejores.
Siento que necesito transformar la emoción que me produce en fuerza para hacer algo, para hacer más… Decía Asier en un post reciente:
Pareciera que es la realidad la que nos mueve para colocarnos en un lugar o en otro pero es justo lo contrario, son nuestras ideas, nuestra manera de entender el mundo la que va dando forma real a la realidad