Consultoría y realidades

Será que no escuchamos?

SeraQueNoEscuchamosDes-incentivos para innovar

Negociar las grandes cuestiones es como pretender ver el fondo de un estanque cuya agua no dejamos de revolver. Es decir, un diálogo de besugos.

Lo difuso nos invita a la búsqueda en un proceso de apariencia caótica y dispersa, se diría que en busca de inspiración, pero la prisa y la necesidad del razonamiento constante nos pierde. El proceso de in-formarse, tiene sus tiempos y sus procedimientos.

La capacidad de asombrarse y cuestionar ha movido el mundo, pero nos hemos acostumbrado a tener respuestas inmediatas y eso ablanda el cerebro. Tenemos que pensar «en la generación de valor» como criterio, no como dato sino como primera medición. Eso implica que la tecnología al servicio de las personas, el cuidado de los eslabones y las interdependencias son lo que nos darán la verdadera contribución individual al fin.

Los discursos exaltados en caminos llenos de escollos producen frustración. Dividamos la misión, despejemos un poco el camino para que quienes tienen la capacidad de visualizar el futuro que necesitamos puedan concentrarse en avanzar.

El proceso de búsqueda y recolocación es, casi siempre, desesperante, como cuando tienes esa palabra en la «punta de la lengua» y se niega a salir. Y resulta doloroso, o cuando menos incómodo, porque tendemos a repetir rutas que en el fondo sabemos ineficaces, pero la razón es lo que tiene, que nos dirige a senderos conocidos.

Con los años, y la experiencia, estos procesos se hace más llevaderos pero cuando vas empezando a ver la luz siempre sorprende la sensación de estimulante paz que viene acompañada por un derroche de energía. Y entonces empiezas a ver las rendijas… y las puertas.

Lo cierto es que incluso en los caminos más oscuros siempre hay personas que incitan a aprender, a superarse. Pequeños gestos que a veces no van más allá de un correo, una llamada, una palabra…. pero hay que saber escuchar.

El empeño en gritar soluciones, esta falta respeto al silencio, es un auténtico des-incentivo para innovar.

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9 comentarios

  1. Yo lo tengo claro, cada día escuchamos menos, oímos, pero no escuchamos y como bien sabemos oír y escuchar no es lo mismo.

  2. Me ha gustado mucho el post, tal vez un pelín abstracto. Me hace gracia que «la razón nos lleve por caminos conocidos». Yo diría más bien que la rutina, la pereza, la seguridad es la que nos hace retomar esos senderos. Porque, razonando bien, la única manera de encotrar una solución es abandonar los caminos que se han intentado y no han ofrecido ningún resultado.
    Un saludo!

  3. Hola Nieves! No hay día que no me acuerde de ti, tengo que ponerme al día con tus deliciosas historias. Yo escasa de tiempo y tu abundante de escritura… qué mal combinado! Aprovecharé este festivo que tenemos en Galicia.

    Lo de no escuchar es un mal endémico, verdad?

    Gracias por tu comentario. 🙂

  4. Daniel, tienes razón. En realidad es el inicio de una secuencia que está ya casi a punto en mi cabeza, pero ya veo que las cazas al vuelo 😉

    La razón, y lo razonable son una adicción, incluso más peligrosa que las «reconocidas». Y no es que defienda lo contrario pero no me gustan los límites. De todas formas soy de las que empiezo por revisar los que me autoimpongo, esos que vamos poniendo de forma «provisional» y se quedan para siempre en el apartado de «pendiente de revisión». Y no por masoquismo sino porque con tanto peso no se puede avanzar. Además, se predica mejor con el ejemplo. En eso andamos.

    Gracias Daniel por tu perspicaz comentario 🙂

  5. ¡La historia de mi vida! Algunos no ven la que la línea entre el tiempo necesario para innovar y los resultados inmediatos puede ser sutil o muy gruesa. Todavía te responderán a ‘¿qué es para ti generar valor?’ con un ‘lo que nos paga las alubias a fin de mes’, ¿verdad? Al menos ahí hay claridad, casi son peores los que sin renunciar a generar valor están cada tres meses cambiando la estrategia.

  6. Goio… hay en cosas que parecemos gemelos!

    Cuanto pan para hoy y cuanta hambre para mañana, verdad? Es lo que tú dices, deberíamos empezar por entendernos sobre el significado de las palabras y el de «valor» no parece estar muy claro.

    Confieso que también que me veo muchas veces en esa encrucijada de decisiones porque analizar desde la gestión no es lo mismo que desde la visión. Y decidir como empresaria no es lo mismo que como trabajadora pero no hay excusa, la empresa es reto y responsabilidad y eso significa futuro. Sin lugar a dudas.

    Me encanta tu espontaneidad Goio 🙂 Gracias!

  7. Hay dos ideas que me llevo de este post Isabel, una es la de la impaciencia por conseguir resultados originales cuando éstos requieren, cuanto menos, de reflexión y de tiempo. Cosa que comparto totalmente.

    La otra por esa frase “la razón es lo que tiene, que nos dirige a senderos conocidos”, ya que me ha parecido que apuntabas a la necesidad de hacer jugar al límbico, de estimular el campo de las emociones y dejarnos impulsar [que no conducir] por él … Una idea interesante que parece cada vez más compartida…

  8. Manel, tu reflexión sobre la impaciencia me dio mucho que pensar para sistematizar mi intuición en un proceso inverso, es decir, de fuera adentro.

    Está, por un lado, ese destilado cristalino que necesitamos para definir objetivos y, por otro, la necesaria comunicación que debe haber en distintos niveles en la sociedad. Trato, en este momento, de centrar y razonar mi intuición en los espacios intermedios, en los eslabones que deben tender puentes entre las excelentes buenas prácticas que ya existen pero que parecen discurrir por caminos paralelos. Ya sabes, personas atrapadas en organizaciones y organizaciones atrapadas en esquemas socioeconómicos que necesitan cambios.  Creo que necesitamos, y me gusta el reto, avanzar en reforzar los imprescindibles eslabones conversacionales, en la fuerza de la cadena, no en su peso que es ya demasiado.

    El discurso de las emociones se extiende, es cierto, pero creo que a pesar de su complejidad, conceptualmente nos puede acercar. Y no me refiero a ir por la vida comprendiendo las emociones de los demás, sino comprender su influencia en los distintos niveles de decisión para despejar el camino y avanzar. El prejuicio de la razón es muy potente pero no lo usan solo las jerarquías, todos lo hacemos.

    Es todo tan complejo que sólo caben soluciones simples y potentes. Gracias Manel, por hacerme pensar más.

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