De la «administración» a la comunicación
Detrás de todos los esfuerzos por caminar hacia un gobierno abierto sólo hay personas. Es decir, por suerte… ¡hay personas! Pero es un objetivo duro y ramificado que se impone sobre la conciencia colectiva y para el que son necesarios muchos esfuerzos coordinados.
A pesar de lo monstruoso de la tarea, la iniciativas interesantes se multiplican y no puedo sino recuperar el interés y solidarizarme con sus actores. Reorganizando mis rutas in-formativas, y enlazando con otra reflexión reciente, me ha interesado lo que cuenta Iñaki Ortiz sobre la jornada sobre en torno a los retos jurídicos de la innovación tecnológica en la Administración Pública celebrado en Murcia (SICARM).
Siguiendo su bien organizada exposición, el reto de lo que llaman «sus puntos cardinales» me parece enorme
- El Catálogo de Servicios, para ordenar la trastienda
- La tramitación telemática de las ayudas
- La tramitación telemática interna, para predicar con el ejemplo
- La interoperabilidad, para poner las administraciones en red
Mis dudas no están relacionadas con su trabajo sino con el alto grado de obsolescencia del sistema. Organizar la trastienda me parece una tarea demasiado ingrata en medio de la ineficaz y sobredimensionada red institucional y la falta de una estrategia de futuro. Cambiar el modelo productivo con una administración que no cesa discurriendo en paralelo, es seguir aumentando lastre.
La tramitación de las ayudas es, sin duda, uno de los temas que provoca amplio malestar en la ciudadanía y las empresas. Pero hay que vivirlo desde dentro para entender el tedio y alto grado de frustración que va dejando en las personas responsables de los procedimientos.
Mi experiencia en esta cara oculta parte de la evaluación y seguimiento de un programa de ayudas. La falta de operatividad del sistema informático oficial les obligaba a ir improvisando con Excel sus propias herramientas de apoyo en las distintas fases del procedimiento, que se prolongaba en el tiempo siguiendo el complicado entramado de plazos y subsanaciones.
La evaluación debía abarcar cinco años así que nos encontramos con la honorable tarea de tener que sacar uno por uno los expedientes del archivo para localizar los datos de contacto por lo que decidimos empezar con un paso no previsto: elaborar una base de datos. Nuestro trabajo era evaluar, analizar y proponer pero tuvimos que empezar por sacar las piedras del camino.
Por supuesto, mi percepción del problema cambió. Las personas con las que tuvimos que trabajar pensaban que necesitaban a más gente porque no daban hecho. Y era cierto, una simple llamada solicitando información o una petición de recuento por parte de la jerarquía les rompía la mañana. A pesar de que nuestro trabajo les complicaba el suyo, hicimos equipo y la colaboración fue total.
Este trabajo me dio pie a profundizar un poco en la trastienda de la administración gracias a las explicaciones de la persona que estaba al frente del equipo así que, en agradecimiento, trabajamos un poco más a fondo la base de datos. Quisimos dejarles una herramienta que les permitiera racionalizar futuras convocatorias. Creo que, internamente, aún la siguen usando.
Todavía aprendí algo más cuando presentamos los resultados. Quien lo había contratado no le prestó excesiva atención, sin embargo fue emocionante compartirlo con el equipo responsable de su tramitación. Las cosas eran mejores de lo que esperaban y la satisfacción se leía en sus caras.
Sin duda, abordar la mejora del proceso de tramitación de ayudas es importante pero a a la vista está que la importancia es decreciente, teniendo en cuenta el fin de la era de las subvenciones. Algo tan lógico como inevitable.
Los beneficios de la tramitación telemática interna son también innegables a todos los niveles así que me pregunto cual será la previsión con la implicación y la formación de todas las personas cuyo trabajo se verá afectado. Hace pocos días me comentaban que en un centro médico habían colocado un cartel pidiendo que las citas no se soliciten por Internet porque complica y retrasa el proceso. Después le llamarán resistencia al cambio.
El panorama ha ido mejorando, pero no lo suficiente y con importantes deferencias. Por eso la interoperabilidad para poner las administraciones en red y los retos jurídicos se me antojan retos cercanos a la utopía.
Y en medio de todo esto, el asunto de la reutilización de los datos públicos, con sus propios escollos jurídicos y necesidades procedimentales para atender a una nueva demanda que, poco a poco, va tomando forma. No puedo evitar seguir pensando en el concepto de utilidad de los retos actuales y futuros porque…
La explotación de los datos genera riqueza, usos creativos y servicios para la sociedad, incrementado el bien común.
Este tema también me ha tocado mucho en la vida profesional, la verdad. Las luchas y vericuetos de la comunicación con las administraciones que conceden ayudas merecerían un libro, en la que la transición a lo digital tendría ciertamente su capítulo. Almaceno capítulos absurdos, desde luego. Por cierto, esto me ha recordado que… creo que lo comenté con Iago en su día, que en cierta ocasión me contactaron los de Sondaxe para (creo recordar) una encuesta de este tipo. Mmmh, si ha sobrevivido a las mudanzas de despachos, debería tenerlo en algún lugar de la oficina.
Goio, me imagino que este tema te habrá quemado en más de una ocasión. El tema de las ayudas es una cruz y cuando son en los ámbitos que tú trabajas más porque el lenguaje de la innovación y el de la administración son agua y aceite.
Siempre que me ha tocado preparar expedientes de este tipo la complicación empezaba por ser capaz de traducir el proyecto a los requisitos exigidos. Es como lo de «sistematizar la innovación»…
Pero es cierto que ver lo que ocurre dentro te cambia la perspectiva, y ser conscientes de lo poco que interesa arreglarlo cabrea por pura impotencia. No suelo ser pesimista pero no sé si se pueden esperar beneficios reformando un sistema obsoleto.
Yo ya intuía que en estos temas íbamos a tener coincidencias. Si aparece la encuesta estaría curioso echarle un vistazo.
Gracias Goio 🙂
Es cierto lo que dices de los diferentes lenguajes, y el caso, terrible, es que la funcionarización de las ayudas se ha impuesto en gran parte al objetivo innovador, yo diría que de manera clara y rotunda. No hablo sólo de la posible incitación al fraude (que también) sino del encorsetamiento que complica avances y progresos y convierte a investigadores (como era yo) en gestores de burocracia (como soy ahora). Los resultados existen, es ciertamente mejor que la inexistencia de programas, pero cualquiera diría que nuestra sempiterna picaresca ha encontrado un filón antes de entender el sentido verdadero del I+D. ¿No te parece alucinante que en los tiempos en que estamos sea precisamente el micinn el ministerio que menos cumple su presupuesto, precisamente porque no consigue colocar los créditos de las ayudas para posibles proyectos? ¿Tienen dudas de que si hubieran sido subvenciones a fondo perdido habrían funcionado mucho mejor? Ya sé que hay otros factores, financieros, estructurales, etc, pero, en fin, me pregunto cómo es posible que desconozcan tanto la realidad de la empresa.
Entre esos episodios absurdos tengo por supuesto el funcionario que me pide aumentar artificialmente el presupuesto, la ayuda perdida en parte por declarar que tenía becarios participantes, la devolución de parte de una subvención por falta de comunicación entre un ministerio viejo y el nuevo que salió de una remodelación industrial, muuuuchas auditorías muy divertidas, buena cantidad de llamadas ante aplicaciones que no funcionan la última semana de presentación de solicitudes (con bronca incluida del funcionario), etcétera…
No, si al final lo del libro todavía me sale. A que abro un blog??? 🙂