Consultoría y realidades

La dimensión de un proyecto

 Zonas de intersección y líneas de fuga

Percibir la realidad en términos de proyectos resulta tan estimulante como agotador.

Por una lado, cuando la visión se dispara las ideas se enredan, cual cerezas en un cesto, y se niegan a caminar en solitario. Por otro, está la frustración que supone transmitir posibilidades que, irremediablemente, van a transformar rutinas.

Es decir, cuando ya creías tenerlo definido, hay que replantear para saber cual es su verdadera dimensión. Porque no sólo la linealidad de la cadena de valor ha dejado de tener sentido, sino que hay qué revisar a qué nos referimos cuando hablamos de «valor».

Tratando de contrarrestar mi natural tendencia a ir varios pasos por delante, últimamente me dedico al despiece para poder escalar lo que para mi es «un proyecto». Es decir, la mayor parte de la gente prefiere que le hables de proyectos acotados, con principio y final claramente definidos. A mi me parece un desperdicio.

El lado bueno es que para quien lo escucha resulta más comprensible, y para nosotros comercialmente más rentable, pero explicarlo es un ejercicio de autocontrol doloroso. Sobre todo en lo que se refiere al origen de la idea y a la evaluación final. Me explico.

Las ideas no surgen por generación espontánea, sino del trabajo, de la observación, del análisis de aspectos que no funcionan bien o claramente mejorables. No se trata de presentar una «buena idea» sino de contar qué es lo que se pretende mejorar y cómo. No querer escuchar los antecedentes es renunciar al aprendizaje, al proceso de ensayo y error, al entendimiento del esfuerzo. Por más que me empeñe en citar mis fuentes de aprendizaje, es algo que no interesa. Menos mal que para eso tengo el blog.

Por otro lado, en estos tiempos transmediáticos, la palabra FIN carece de sentido. La avaluación final debe ser entendida como nuevo punto de partida, no como clausura. Limitarla al recuento de recursos, gráficas y porcentajes es tirar por la borda las posibilidades de avance. Puede que los objetivos fueran los correctos, o puede que no. La evaluación del proyecto no debe limitarse a si se han desarrollado las tareas previstas sino a las nuevas posibilidades que nos abre el trayecto recorrido.

Por eso me cuesta tanto el despiece, porque pienso en soluciones como punto de partida. Me dirán que es agotador pero yo lo encuentro estimulante. Claro que también es cierto que para mi las personas no son recursos. El problema lo tengo con quienes no lo entienden.

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7 comentarios

  1. Llevo trece años de carrera profesional intentando que proyectos determinados lleguen a su fin, que la dichosa I+D encuentre finalmente su i, y el fracaso ene ste objetivo ha sido grande. Por el camino, cierto es, se han recogido otros frutos, nunca esperados al plantear objetivos. Pero si uno se encuentra ante una maraña institucional delante de la que justificarse burocráticamente, controlada en muchas ocasiones por una combinación de prensa y oposición tontérrimas y sin tradición para siquiera comprender lo que es el emprendimiento, es complicadísimo explicitar que ese camino que has seguido puede (¡debe!) ser bueno de alguna manera.

    estoy últimamente incluso cabreado con el modelo de transferencia tecnológico del país, que me empieza a parecer la misma mentira que hará una década y media ya me parecía el modelo de becarios para la investigación o las prácticas. Al menos, no me corto en decírselo a todos los centros que se nos acercan con proyectos con los que exclusivamente cubrir sus cuentas.

  2. Es muy complicado que lo que comentas lo entiendan personas acostumbradas a ejecutar, ya que sin un final (que no fin) determinado y bien descrito (a veces hasta por puntos) no entienden los métodos de desarrollo del proyecto.
    Deberíamos trabajar por ideas, no por hechos o beneficios limitados por tiempo (la mayor parte de las veces escaso).
    Yo, por mi parte, valoro el tremendo esfuerzo que requiere explicar el concepto y sus beneficios aplicado a la realidad.
    Debe ser agotador.
    Lo que importa es creer en uno mismo y defender las ideas, siempre encontrarás a alguien al que le agraden y que las valore.

  3. Efectivamente Goio, cuando escribía estaba pensando en la interlocución con la administración. En el caso de los de I+D, e incluso los de innovación, es sangrante, igual que el asunto de los becarios.

    Cuando comentaba lo de que hay que medir lo que se transmite hablaba por experiencia propia. No interesa nada que no sea medible y aplicado a los esquemas habituales. Hay que traducirlo todo. Lo que conozco del modelo de transferencia tecnológica no mejora el panorama.

    Eso que, tengo entendido, que por tu tierra las cosas mejoran un poco aunque por lo que dices, no lo suficiente. Y me consta que sabes de lo que hablas. Es deprimente.

    Gracias por tu aportación 🙂

  4. Mar, aunque plantear un tema de diseño como los que tú trabajas es mas objetivable o al menos entendible (me refiero al objetivo, no al diseño) también sé que sufres por la falta de apertura de miras cuando quieren hacer algo nuevo pero te piden más de lo mismo. Y a trozos y sin respeto a tu tiempo y a tu trabajo.

    De hecho, por lo que sé, los añadidos que no habían previsto al princio (y luego pretenden no considerar como coste) son la tónica habitual.
    De todas formas, le haría un añadido a mi post con uno que publicó hoy Juan Freire titulado ingenuidad. 🙂

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