¿O las dos cosas?
Cuando todo funciona me digo que multidisciplinar, que suena moderno, pero cuando (¡tantas veces!) ayer ya era tarde, reniego de mi dispersión.
En cualquier caso, lo celebro o me soporto, pero nunca busco excusas. El tiempo ha ido tejiendo entre la incertidumbre y yo una extraña amistad que me protege de sus garras.
Me gustaría pensar que es estrategia, pero sé que los puntos no se pueden conectar hacia a delante, sólo hacia atrás. Lo que compruebo es que, a pesar de las sombras que van apareciendo, la dispersión encaja en una ruta de aceptable coherencia.
Es cierto que, muchas veces, las piedras del camino tardan en encajar y cuando la duda presiona, no pudo dejar de preguntarme cual eliminar, en cuáles me reconozco. Intento elegir, me digo que tengo que centrarme, pero mi obstinación supera al trazo de la rigidez y continúo en mi extraño modelaje de piezas aparentemente inservibles.
Nunca hay respuestas. Solo pequeños destellos entre lo cotidiano que a veces permiten saborear el puzzle en el que la historia propia se acomoda en una pequeña esquina de nuestro propio universo sensorial, sentimental y cognitivo.
Es como ahora, la semana fue intensa y quería ordenar mis percepciones. No contaba yo con estas sensaciones que se habían colando por las rendijas.
¿Por qué tendremos todos en esta vida esa obsesión por etiquetarnos? (Y no me refiero a las fotos del Fbk)
Vaya, en mi caso es al contrario!
Como mucho me pregunto a veces por las etiquetas que me adjudican (cuando me entero, que ya sabes que ando un poco en las nubes).
Precisamente multidisciplinar y/o dispersa son las «antietiquetas» por excelencia 🙂
Entonces cuando te digo «apasionada Carla», ¿crees que te estoy etiquetando?
Ja, ja, ja… Podría serlo, pero no voy por ahí.
Yo creo que «dispersa» sí es una etiqueta, pero a lo mejor tenemos que ir al fondo y mirar qué entendemos cada una de nosotras por etiqueta…
Bicos