«los ojos del conejo se concentran demasiado en las patas del zorro»
Nos gusta pensar que elegimos pero no suele ser cierto. Hay épocas en que es difícil no transitar las sendas del autocomplaciente masoquismo y otras en que las circunstancias se cobijan en senderos tranquilos y apacibles.
Ni en un caso ni en el otro, hay que parar demasiado tiempo a intentar comprender hacia atrás. Sólo lo justo para localizar lo mejorable e ir a por los sueños. Todo a su tiempo y con el ritmo justo.
Y en ese marco, también los libros son circunstancias y son ellos, y no tú, los que eligen el momento apropiado para entrar en tu vida. Porque no se trata de lo que cuentan, sino de lo que te cuentas así que algunos tienen que esperar su momento.
La corrosión del carácter estaba en mis aplazados hasta que Julen me lo recordó y no me quedó más remedio que responder al reto. Tras la lectura, me sigo quedando con la cita que más me impactó de su selección: “El sistema irradia indiferencia”.
Sin embargo, a pesar de que la indiferencia puede ser muy destructiva, el análisis y recorrido histórico realizado por Richard Sennett da interesantes pistas para resolver conflictos en los que la sociedad parece atascada con su imposibilidad de organizar y construir narrativas vitales.
A través de ejemplos reales, explica la brecha producida entre el discurrir generacional que apenas incorporaba cambios y el nuevo paradigma cuyo eje central es la flexibilidad y que nos impide:
– Separar la ética flexible de una ética personal estática (el caso de Rico)
– Separar el trabajo sencillo y superficial de la comprensión y el compromiso (el caso de los panaderos de Boston)
– Hacer del riesgo constante un ejercicio de la depresión (el caso de Rose)
Estas tensiones sobrecargan las relaciones familiares en las que la presión por el corto plazo tiende a alinearse con el débil grado de lealtad y compromiso que caracteriza al moderno lugar de trabajo. Y ese es el conflicto personal en el que naufragamos porque
En lugar de los valores cambiantes de la nueva economía, la familia, tal y como por herencia la concebimos, debería valorar la obligación, la honradez, el compromiso y la finalidad.
Este conflicto entre familia y trabajo plantea algunas cuestiones sobre la experiencia de la vida adulta en sí. ¿Cómo pueden perseguirse objetivos a largo plazo en una sociedad a corto plazo? ¿Cómo sostener relaciones sociales duraderas? ¿Cómo puede un ser humano desarrollar un relato de su identidad e historia vital en una sociedad compuesta de episodios y fragmentos?
De un pasado reciente y rutinario, en el que poder y autoridad iban de la mano de forma visible, hemos pasado a la sublimación del “equipo” que temporaliza y desvincula las relaciones porque “sólo importa el partido que se está jugando”
El cambio múltiple e irreversible, la actividad fragmentada, pueden ser cómodos para los nuevos amos del régimen, como la corte de Davos, pero pueden desorientar a los sirvientes del régimen.
Y el nuevo ethos cooperativo del trabajo en equipo pone en el lugar de los amos a los “facilitadores” y “gestores de procesos” que soslayan el sincero compromiso de sus subordinados.
“Los grupos tienden a seguir unidos manteniéndose en la superficie de las cosas; la superficialidad compartida mantiene unida a la gente gracias a la omisión de cuestiones personales difíciles, divisorias”
La mejora de procesos y la productividad se nos han colado en la vida personal para descubrir que tras estos óptimos locales idealizados se nos ha olvidado el óptimo global.
… La cultura moderna del riesgo se caracteriza porque no moverse es sinónimo de fracaso, y la estabilidad parece casi una muerte en vida. Por lo tanto, el destino importa menos que el acto de partir». Si bien todo riesgo que se asume es un viaje a lo desconocido, el viajero por lo general tiene en mente algún destino”
Ahora que estamos viviendo la no ficción del estado del bienestar debemos empezar a tomarnos en serio las incongruencias que hemos ido generando. Hay cuestiones que es necesario revisar de forma objetiva y desapasionada:
El período de vida productiva se está reduciendo a la mitad de la vida biológica, y los trabajadores de más edad abandonan la escena mucho antes de estar mental o físicamente incapacitados
Por más que queramos seguir reivindicando los logros conseguidos y las utopías perseguidas, Sennet nos recuerda, citando a Lippman, que “todos somos inmigrantes espirituales”.
Sumergirnos en la indiferencia del sistema nos abandona en la parálisis. Y no hay soluciones globales sino mucho trabajo por hacer en cada escala, en cada eslabón. No hay responsables globales, todos lo somos.
La atención focal supeditada es una reacción traumática que se encuentra en todos los animales superiores; los ojos del conejo se concentran demasiado en las patas del zorro
No es sencillo, pero hay que hacerlo. Aunque siempre teniendo en cuenta que “el mal que escogemos depende del bien que persigamos”
A veces Isabel parece que tenemos vidas paralelas, como hoy. Es cierto hay libros que nos eligen y que eligen el momento, totalmente cierto.
Voy a tener que mrarme aunque solo sea por encima la corrosión del carácter, ahora me entro la curiosidad.
Leí este libro de Sennett hace cinco años, obviamente antes de la crisis, y me pregunto ahora al leerte si seguirá igual de vigente, que creo que sí. Me gustó tanto que me compré dos libros más de Sennett, pero con tanto volumen por leer nunca los he empezado (se titulan ‘el respeto’ y ‘la cultura del nuevo capitalismo). A ver si los subo un poquito en la pila. Te dejo más abajo lo que en su día escribí sobre ‘la corrosión del carácter’, una reseña para una revista local.
salud!
Las consecuencias personales del nuevo capitalismo es el subtítulo de este ensayo que ya va por su séptima edición en Anagrama. El sociólogo Richard Sennett entrega un escrito de magnífica estructura, siguiendo conceptos clave (riesgo, rutina, ética del trabajo, flexibilidad, fracaso ) en los que enfrenta experiencias personales de trabajadores actuales y de hace varias décadas a las teorías sociológicas y económicas del trabajo. Traza así una tesis sobre los modos de vida a que nos lleva el llamado capitalismo flexible, con sus trabajos temporales, su difuminación de responsabilidades, el fin de las carreras estables frente a la falsa especialización, y, sobre todo, el dañado sentido del compromiso que lleva a las nuevas generaciones de asalariados a incluso desconocer el sentido de su propia vida, y que posiblemente aumentará en un futuro cercano. Sennett escribe fluido y claro, mantiene en vilo al lector que necesariamente se ve reflejado en el devenir y pensar laboral y vital de los protagonistas escogidos para su ensayo, y resulta ser un pensador no dogmático (y esto es tan extraño ), con lucidez psicológica, que escucha a los viejos panaderos artesanos de Boston y a los divinos dirigentes de Davos, presentando las angustias de unos y los discursos de otros, para dejar su inapelable respuesta moral en los últimos párrafos del volumen. De lectura casi ineludible para entender, si es posible, el mundo laboral en que vivimos y la nueva economía que lo rige.
Es ciero Edu, cuando leí tu post de ayer pensé lo mismo. Es que no lo podías expresar mejor:
«En los momentos de valle, de monotonía, existe el problema de caer en la desgana, sí, a todos nos puede pasar, y es ahí donde los pescaderos consiguieron dar una gran lección, no lanzaban pescado, eliminaban la monotonía».
🙂
Goio, es un honor que traslades aquí tu comentario de entonces. Muchas gracias.
Leerlo hoy en día, como he hecho yo, facilita la comprensión porque la crisis ha hecho evidentes muchas de las cosas que dice. Y tienes razón en que no resulta dogmático, más bien clarividente.
A mi esta lectura me ha venido como un traje a medida en un momento que ando trabajando nuevos enfoques.
Voy a tener que hacer un recorrido por tu histórico de post para recopilar recomendaciones de interés. Ya está recolocado también entre mis preferidos para que el reader no me haga de las suyas.
¡Que ganas tengo de volver por Bilbo, más tranquila que la otra vez, y robarte una tarde de tertulia!
un placer! Y si vuelves por aquí, un placer más!