Consultoría y realidades

¿Tú que vendes?

¿Y de qué vives?

A menudo es complicado conciliar y reconciliar los dos mundos, el de la red y el otro, aunque este orden tampoco es correcto. Salvo que te dediques exclusivamente a tecnologías relacionadas con Internet., lo presencial sigue pesando en la mayor parte de las relaciones profesionales y comerciales.

Por eso no deja de sorprenderme la cantidad de divagaciones exaltaciones sobre las maravillas que se hacen por los clientes, que están ahí, esperando a que les descubramos el mundo. Se diría que hemos vuelto a los inicios con aquellas Web-ombligo en las que las empresas se autonombraban y contaban sus maravillas en cada párrafo.

Está claro que vemos lo que queremos ver. Resulta divertido ver como en la red se critican las comidas institucionales tradicionales cuando lo offline nacido de lo online empieza a ser apabullante. Pero en la otra orilla está el peligro digital y  lo oficial, con su llorona insistencia en relacionar cultura con compras y confundiendo el concepto con el soporte.

Pero hablaba de ventas. Porque aunque parezca que el mundo se reduce a contar, o a comer, lo cierto es que a quien contrata le interesan los beneficios que aportamos, no lo estupendos que somos. Por eso me sorprende esa tendencia a la cosificación del cliente, al que acudimos a salvar cual dios supremo y condescendiente. ¿Es que alguien no cobra por sus servicios?

Pues yo sí, y me gusta hablar de lo que aprendo, pero no contar lo que hago allí, que es por lo que nos pagan. Si nuestro trabajo es bueno, no soy yo quien tiene que decirlo. Me sumerjo de tal forma en sus proyectos que el mío propio discurre sin darme cuenta. Crezco con ellos, supero retos, aprendo. Y mi mayor satisfacción es cuando alguien me llama porque le han dado buenas referencias. Lo que yo escriba sobre mí, al final, cuenta bastante poco.

Por eso no todos los blogs muy referenciados duran mucho en mis hábitos de lectura, que suele tener dos líneas: los que me aportan conocimientos profesionales o los que me ayudan a reflexionar porque quien está detrás consigue transmitir cercanía y confianza. Por suerte hay bastantes que incluso me aportan ambas cosas.Y los que me quedan por descubrir, supongo.

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3 comentarios

  1. Lo has dicho muy bien, son los demás los que en última instancia tienen que hablar bien de tú trabajo, no vale estarse vendiendo para que luego resulte aire donde precisamente no lo necesitan. Solo el buen hacer nos abrirá las puertas o al menos así debería ser.

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