… nos quejamos, os quejáis, se quejan!
Nos cuentan hoy el caso de Marcos al que, por haber cobrado el paro, su deuda con Hacienda se le ha escapado de los 900 euros previstos a 1.760. Y todo porque al cobrar el paro ya tiene un segundo pagador, el Estado, con lo que el mínimo de ingresos anuales que obliga a hacer la declaración es de 11.200 euros en vez de los 22.000 si estás al resguardo de un puesto de trabajo seguro único.
No tengo el dato estatal pero, como él, sólo en Galicia más de 130.000 personas están en esta situación. Entiendo la sorpresa y el enfado pero deberían consolarse porque, no quedamos en que Hacienda no somos todos?
Y no quiero ser mala, pero igual a partir de esta crisis que nos gastamos, se nos empieza a comprender a quienes tenemos que cotizar en el régimen especial de trabajo autónomo y, como lo lógico es que tengamos más de un pagador (se les llama clientes), nuestro mínimos son irrisorios. Y eso a mayores de las declaraciones trimestrales, resúmenes anuales, etc.
No llega con que tengamos que generar nuestro salario (y el de alguna persona más en muchos casos) que en vez de podernos dedicar a «producir» nos tenemos que dedicar a «papelear». Y a pagar, claro.
La fotografía empresarial de este país es la de más de un 80% de empresas que no pasan de dos personas en plantilla. El paro, las bajas por enfermedad, la conciliación, las vacaciones, suenan a música celestial. Por no hablar, cuando se tiene forma jurídica mercantil, de los pagos adelantados por los beneficios que se nos suponen.
Y que siga siendo, porque con las perspectivas que nos cuentan… ¡Y las que no nos cuentan…!
No me alegro, pero sólo se me ocurre dar la bienvenida a Marcos y demás personas a esta fiesta del Estado omnipotente y omnipresente que, a la hora de la verdad, es un lujo que nos sale muy caro y no nos sirve.
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