Lo que no se sabe expresar, es que no se sabe. F. Engels
Por eso tanto discurso largo, tanta apariencia, tanta escasez de silencios que nos permitirían definir y decidir las palabras justas.
Cuando sepamos qué hacer, dejaremos los planes estratégicos y empezaremos a actuar.
En mi balance anual, también hay mucho de eso. Un aprendizaje intenso en el que, demasiadas veces, también he caído en la tentación de disfrazar el desconcierto en discursos, no siempre dirigidos a las personas adecuadas.
Mirando en perspectiva, pienso que seguimos actuando como niñ@s asustad@s, que recorremos los pasillos de lo incierto cantando y encendiendo luces, como si no pasara nada, en lugar de aprender a mirar de otra manera.
Sin embargo el mundo está lleno de ideas y cosas por hacer. Pongámonos «manos a la obra» y dejemos que las palabras recuperen su dignidad.
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