Mi talismán: el sabio oficio de dudar cuestionar
Esta es la época del año en la que intentamos rebelarnos contra la espiral de despropósitos en la que nos dejamos arrastrar. Con un poco de suerte, creeremos controlar el mal humor y estrés en buenos propósitos que a partir del 15 de enero (como mucho), habrán pasado a la hoja de tareas que arrastraremos todo el año.
A finales de diciembre, la agenda del próximo año se presenta como un océano de posibilidades y promesas, sin constancia de asuntos y objetivos imposibles, con páginas en blanco llenas de horas y minutos que, de momento, nos pertenecen.
Pero es tiempo de ser realistas, de ponerse «manos a la obra». Sabemos que hay que soñar en grande y avanzar paso a paso, que «las utopías sirven para caminar», pero hay que atreverse con los caminos por descubrir. En lugar de «renegar» de esa bola de nieve de la que somos parte, debemos aprender a cambiar el rumbo de nuestra historia mirando hacia las estrellas para no quedarnos con un puñado de barro en las manos: Vista larga, pasos cortos. Lo sabemos, pero se nos olvida.
Yo me siento bien cuando se me alía el corazón con el estómago y la cabeza. Me ayuda a concentrarme en que he sido, y soy, parte del problema, a colocarme en el centro de mi pequeño universo de responsabilidades. Es mi reto y así debe ser. A principios de año conseguí que se me aliara la filosofía con el pragmatismo y los silencios se volvieran necesarios. Cierto que desde entonces nuevas encrucijadas me han hecho elegir retos que aún no sé muy bien a que parte de mi yo responden, pero algo habré hecho bien cuando la llamada del silencio sigue siendo más fuerte que la de la queja.
Y que conste que defiendo el derecho a quejarse, es bueno, pero no suficiente si después no reservamos espacio a la reflexión. Yo pido a los reyes un software de reconocimiento de la felicidad que me ayude a ver «lo malo de lo bueno y lo bueno de lo malo». Un software con una potente herramienta de búsqueda para localizar los objetivos en medio de tanto ruido, con un buen sistema de bases de datos que me ayude a establecer los criterios para reconvertir mi amenazante calendario en un auténtico plan. Y quiero que me lo traigan sin licencia de uso para poder compartirlo.
Entretanto, hago extensible para todas las personas de mi pequeño universo el regalo que más valoro: silencio y reflexión. Es lo propio para estas fechas.