Consultoría y realidades

El aire como estructura

el-aire-como-estructuraEl material más ligero de la historia

Nos afanamos en diseñar los espacios, las organizaciones, el itinerario profesional, las relaciones, las ciudades, el ocio….

Seguimos asfaltando con cemento, con datos, con palabras…

Sin embargo, parece que la estructura del material más resistente de la historia es básicamente aire en un 99,99%

Comparable a una estructura ósea, que en el exterior es rígida pero en el interior es prácticamente hueca, con una estructura abierta a nivel celular, lo suficientemente rígida para que no se rompan con facilidad y sean ligeros al mismo tiempo

Sin aire no hay vida, al menos no una buena vida. ¿Y no será que hay que empezar a eliminar en lugar de seguir llenando?

Tal vez en eso consiste el futuro del progreso, en aprender a simplificar y recobrar la velocidad de giro de la tierra.


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5 comentarios

  1. Buena sugerencia esa de eliminar, Isa! Las mejores soluciones solemos tenerlas delante de las narices y nosotr@s como si nada, dale que dale 😉

    He asociado a tu post dos ideas: la primera es lo que sugiere una estructura ágil, ligera y robusta que lejos de estar vacía está llena de aire, como robusta es una posición, actuación o metodología cuando se la llena de filosofía y propósito [para algun@s considerados “aire”, como si esto fuera nada].

    La otra idea [bastante relacionada con la anterior] era la insistencia de un patrón, mientras señalaba las velas hinchadas, en que no le llamáramos aire al “viento” ya que en el mar, ese “aire”, es lo que impulsa y realmente permite gobernar la nave y avanzar.

    Y es que el aire es básico…

    1. Y lo que nos cuesta reconocer lo obvio! 😉

      Siempre me sorprendes con la potencia de tus analogías y metáforas pero en este caso doblemente porque las dos ideas juntas presentan una excelente paradoja, en el sentido filosófico de inducir a la reflexión sobre la realidad y sus complejidades.

      Por un lado, aire como algo que no merece ni ser considerado y, por otro, aire como impulso y movimiento. Vista la contradicción, no es de extrañar la falta de entendimiento que tenemos como sociedad a pesar de que aparentemente usemos las mismas palabras.

      Cuando escribí el post no pensé en qué sensación me producía a mí el aire pero ahora que lo has traído creo que para mí significa espacio y silencio. Y si lo pienso un poco más, me doy cuenta que es una vieja adición (a ambas cosas) que se me ha reavivado en los dos últimos años.

      Pero así sobre la marcha también se me ocurre que todo converge. A ver si me encuentro palabras. Ciertamente “filosofía y propósito” no están en la lista do los más vendidos, esta ruidosa sociedad parece odiar los espacios vacíos así no es de extrañar que “el aire” sea considerado por muchas personas como una ineficiencia, una pérdida de tiempo. Sin embargo también es una sociedad obsesionada por el movimiento (físico o virtual) pero resulta que sin esos espacios vacíos que tanto parecen molestar no puede haber viento impulsor. Porque era aquello que aprendimos en la escuela: el viento es el aire en movimiento.

      Y por otra parte, está aquello de que “cuando sopla el viento hasta la veleta tiene carácter”. Que hermosa complejidad desde una simple palabra…

      Gràcies Manel! 😀

  2. Sí, una metáfora muy potente útil para muchas situaciones de la vida cotidiana. Se podría comparar también con el tiempo y la obsesión contemporánea por llenarlo. Sea lo que sea, hay que colonizarlo. En vez de dejar que ocupe su espacio o incluso que se vacíe de sí mismo, insistimos en una supuesta plena utilización de los recursos.
    Sea tiempo, movimiento, o espacio. Todo lleno. ¡Qué obsesión!

    1. Es cierto Julen, a veces parece que lo que se enReda son las obsesiones en vez de las personas. Como si fueran contagiosas. Buen matiz el de colonizar, en el fondo no somos muy diferentes de las generaciones que salían en barco a descubrir “nuevos mundos”, y encima ahora se navega virtualmente a velocidad de vértigo.

      Me pregunto si nos estamos virtualizando tanto que ya confundimos las intenciones y las palabras con los hechos, será porque soy de la generación que escuchaba de sus padres aquello de “del dicho al hecho hay un trecho”. ¿Y cómo hacer ese recorrido si no dejamos que corra el aire?

      Un beso 🙂

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