Llegaran tan repletos de actualidad que la conversación se resistía a captar lo real. Hacía calor. El verano venía lluvioso y melancólico pero la tarde anterior julio se había impuesto y ese día el termómetro había superado con creces los treinta grados. Llegaban saturados del día y desactualizados de la Vida pero la seducción de Fran se desplegaba en cada detalle y les fue atrapando en la magia del momento.
La foto llevaba meses en espera de las esquivas palabras que ahora, tras la ronda de encuentros navideños, acechaban en agridulce recuerdo y no dejaba de preguntarse por qué. Tal vez por la conversación fluida y sin ataduras de aquella noche, o por la intuición de esa libertad sin expectativas que permite a los vínculos enredarse a su antojo, en un vaivén enriquecedor.
Se había traído imágenes de la ciudad desde otra perspectiva pero sentía no tener un foto de los cuatro cuando alzaron las copas. Pero tal vez en eso consisten los momentos irrepetibles, en sentirse protegidos tras el brindis del olvido.
Mira que de aquí aún podías haber extendido a una especie de continuación de Los Lunes al Sol con esos saltos de lo hogareño a lo industrial…
No te pierdas el recorrido por la ría cuando vuelvas, te va a gustar 🙂
Lo hogareño fue al día siguiente, como broche. Igual por eso la conversación fue mucho mejor que la de Los lunes al sol. Mira que se te ocurre cada cosa…
Seducción en efecto es una palabra que le define bien. Gracias por tus palabras, nos han gustado mucho, el ‘brindis del olvido’ es una imagen casi proustiana. Y hay que ver esa mesa, da mucho mejor en cámara, jajaja!
Pero es una seducción especial, diversificada y multitarea, no es fácil de encontrar. Ya el año anterior me había cautivado pero es que encima no he visto mejor anfitrión.
Un lujo de noche 🙂
Besazos!
Por cierto, la mesa estaba espectacular cuando llegamos, con la cortina filtrando aquel sol implacable y la jarra de agua en la esquina como paso previo a las velas encendidas…
Llevo ya tiempo con el verso flojo, pero las palabras de Isabel, como siempre, reflejan perfectamente el momento.
Noche mágica y vínculos enredados.
No hay foto.
Tenemos que vernos, ya. Y posiblemente tampoco habrá foto.
Un abrazo grande, grande a los tres
Pau
Ahora que hemos compartido una horas, no muchas pero sí intensas, casi puedo intuir el (no) gesto cuando callas 😉
Noche mágica, es cierto, creo que la mejor del año sobre todo por inesperada.
Sí, tenemos que vernos. Y quiero meter las manos en la masa y aprender a hacer galletas (la próxima navidad quiero hacer un árbol como el tuyo). Año intenso el que acabó, ¿verdad?
Un abrazo grande Pau! 🙂
Muchísimas gracias, Pau. Todo fueron novedades buenas aquella noche, sí. Habrá que hacer más ‘enredamientos’, sin duda. Besos y Versos!