Consultoría y realidades

Identidad y cambio

El futuro de las ciudades

Desarrollar proyectos en esta época no es sencillo. Ocupados en resolver dilemas que nos afectan individualmente, o en el entorno más inmediato, no es fácil detectar los puntos de fuga por donde se esfuman las oportunidades.

Por más que hablemos de rescatar, formar y concertar liderazgos en función del conocimiento necesario, la realidad se manipula sin miramientos, se restringe por intereses monopolísticos o, simplemente, se destruye… por omisión.

Y en ese espacio de indefinición se instiga a los emprendedores como nueva clase trabajadora, como decía Julen comentando un interesante artículo del que me quedé con algunas anotaciones obvias y otras no tanto:

  1. Que muchas instituciones actuales tendrán que desaparecer por falta legitimación
  2. Que aparecerán otras para blanquear el dinero nuevo, que siempre nace sucio.
  3. Que la evolución política llevará a establecer nuevas alianzas hacia una mayor autonomía local

Es decir, que la proclamada globalización de lo local, que en pocos casos se llegó a conseguir, desembocará en la Ciudad-Estado de economía. Paradoja del poder que cuanto más crece más se ve abocado a reproducir medievales vasallajes maquillados de modernidad. La cuestión es cuál será la unidad de medida de lo local y cómo se enredarán las nuevas luchas de poder.

Por todos lados se acumulan edificios y equipamientos públicos sin uso, abandonados o paralizados, nacidos a costa de subvenciones, promesas electorales y proyectos por imitación: piscinas sin agua, aeropuertos o estaciones de autobuses sin pasajeros, auditorios sin programación, centros de día que no han visto la luz, museos que solo contienen aire, viveros de empresas y centros tecnológicos sin actividad o áreas recreativas que solo crían hierba.

La ciudad genérica es la del poder y de la representación, la ciudad construida enfrentada a la ciudad de los lugares, de los espacios con identidad. Pero ocurre también que el exceso de identidad reduce posibilidades, algo que señalaba Juan Freire cuando conversábamos sobre tendencias y no-modelos, sobre preocupaciones reales y miopías legislativas que agudizan la necesidad de tender puentes para que sociedad y economía despierten de su letargo.

Pero este enredo global que propicia el enfrentamiento parece diseñado para agotar a la ciudadanía mientras los verdaderos objetivos se disfrazan y se siguen pactando en escenarios mas «discretos». Por eso me preguntaba hace un tiempo a quién pertenecen los proyectos

Cuando en esta búsqueda de “soluciones” se habla tanto de creatividad, se agradece el alejamiento de la exaltación poniendo orden en la definición de tipologías y que se deje a la tecnología en el lugar que le corresponde anteponiendo lo que de verdad importa, la elaboración de vínculos para generar contextos.

Necesitamos personas creativas pero, sobre todo visión, estructura y mucho trabajo para generar nuevos marcos de desarrollo. Los proyectos ya no pueden sobrevivir aislados, la foto de familia sí cuenta.

Las obsoletas divisiones sectoriales necesitan relevo para poder revitalizar el importante potencial de conocimiento conversacional pendiente de digerir. La disculpa de los costes y la crisis es socorrida, pero ni hubo ni hay intención de que sea de otra manera. Es necesario trabajar conjuntamente para desmontar estas perversidades.

La preocupación por lo inmediato y lo local es la trampa que maneja el poder para trabajar el largo plazo. Lo de afuera es teatro, la realidad se pacta amigablemente, y a ser posible con mesa y mantel, como ocurre en este breve diálogo sobre como se despista a la ciudadanía de Nueva Orleans mucho tiempo después de la tragedia del Katrina.

No hay dilema entre la identidad y el futuro de las ciudades. Ni re-construir es volver a las antiguas práctica ni la ciudadanía es estúpida.

(duración: 2:02 m.)

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9 comentarios

  1. Conocí una Nueva Orleans previa al Katrina, y por lo que tengo entendido, la zona que vi permaneció intacta e imagino que seguirá siendo explotada por el turismo. Tenía una extraña vitalidad, como siempre no es fácil discernir si se debía exclusivamente al impulso de sacar rédito de su cartel turístico (además, fui en las fechas del carnaval) o también en parte a su vida propia. O tal vez hay sitios en que esto es ya indistinguible. Tal vez el cambio en estructuras como estas es indiscernible en un corto plazo, y hay que visitar ciudades con un par de décadas de distancia al menos para saber si el cambio ha existido. Es uno de esos casos en que uno diría que Lennon tenía razón cuando decía que la vida es eso que sucede mientras estás ocupado haciendo otros planes. A la ciudad bien podría ocurrirle lo mismo con el cambio.

    En Bilbao fueron aparentemente conscientes: crearon una superestructura de instituciones públicas orientadas al cambio que ha tenido la ciudad, y cierto es que se ha conseguido, aunque no todos sus actores están de acuerdo, y se han dejado cicatrices y hasta víctimas por el camino, aunque tal vez hubieran seguido siendo víctimas del proceso que se hubiera dado sin el cambio que decidieron liderar. Eso sí, fue un cambio que no contó con la participación popular que ahora lo abraza con alegría. Estuvo en contra en gran proporción, y dada la contestación y su tipo, que apenas presentaba alternativas sostenibles -en todos los sentidos-, posiblemente no habrá habido cambio por dispersión del liderazgo. Yo estoy de acuerdo en general con el resultado final a pesar de aberraciones particulares, pero el resultado da para pensar sobre el proceso seguido, sus enemigos y defensores, y el particular hecho de que haya coincidido con los tiempos de un pelotazo inmobiliario sin precedentes.

    1. Yo no he estado en Nueva Orleans pero creo que es uno de esos sitios que todo nace de la propia vitalidad, que es al mismo tiempo su cara y su cruz. No sé si has visto Treme, cuando escribiera la reseña sobre la primera parte decía: no fueron los dioses ni el destino, y nadie como David Simon para contar las raíces de la amenaza que se esconde cuando los lugares y sus habitantes brillan con “exceso” de identidad.

      El Katrina puso de manifiesto muchas cosas. Por una parte fue el detonante porque la verdadera catástrofe llegó con las malas infraestructuras que llevaban, además, años de abandono. Pero también la propia dejadez generalizada. Su “exceso de identidad” era un incordio para el poder y la catástrofe fue la oportunidad para dejar que se consumieran a sí mismos dentro del casi absoluto abandono. La escena que va en este vídeo, aunque seguro que no la has visto 😉 pertenece a la segunda parte de la serie y es muy clarificadora. Me está pareciendo mucho más dura pero sin estridencias, solo por lo que se deja ver. Altamente recomendable.

      La escena que capturé encaja a la perfección con temas que toco a menudo, tanto aquí como en el blog de Máscaras, ya sabes: la ciudadanía y sus lugares, los proyectos que dinamizan contando con las personas, la participación, la generación de riqueza y empleo. Es algo en lo que ya estábamos hace algo más de un año y tal vez ahora es el momento de retomar. De eso iba la interesante reunión del viernes con Juan.

      El cambio de Bilbao me lo ha ido explicando el mejor de los cicerones que podía tener. De hecho ya me enamoré de la ciudad una lluviosa mañana de domingo en 2009, que venía de dar una ponencia en Santander. Poco puedo añadir a tu explicación, fíjate que incluso reconociendo que las mejoras han sido importantes, todo fue imposición, tanto el destroce de antes como las reconstrucciones de después. No contar con la ciudadanía es infantilizarla, no dejar que se haga dueña y responsable de sus vidas y sus destinos. Y en el caso de Bilbao el sentimiento de identidad era como un salvavidas pero lo que ha ocurrido en la mayor parte, y ver cómo están ahora, es muy triste.

    1. Tomo nota de la “efectividad de tu búsqueda”:) Como he tardado en responder ya le hemos dado tiempo a Juan a recoger el relato en su blog. Por cierto que también te enlaza a tí y a tus fotos, y lo relaciona con excelentes trabajos. ¡Muy recomendable!

      Extraigo alguno de sus párrafos:

      – Esta es la historia de una catástrofe anunciada. La combinación de un urbanismo paranoico que genera miedo y obstáculos en lugar de favorecer los flujos y las relaciones, y de la ausencia, durante mas de 30 años, de una visión política que lidere un modelo de ciudad económicamente sostenible y socialmente activo y dinámico.
      – A pesar de estar abierto a zonas verdes amplias, su interior, sin iluminación ni personas, es tenebroso.
      – Muchos de estos rótulos han empezado a borrarse hace ya mucho tiempo, señal de lo imposible del empeño por deshacerse de esas propiedades ya inútiles.
      – ¿Y ahora? Los vecinos, tras años de sufrir que el principal mercado local de drogas se situase cerca, tienen miedo a la ocupación de ese espacio abandonado. los dirigentes y líderes o no existen o no son capaces de pensar en modelos diferentes a los que han alentado por varias décadas.
      – El reto está en dotar a ese y otros espacios de nuevas lógicas económicas y sociales. Quizás la principal barrera sea la propia mentalidad de los que no son capaces de poner en marga esos proyectos pero si son capaces de impedir que se produzca la transformación.

      Algo tendremos que hacer 😉

  2. Siempre me ha dado la sensación de que los políticos jugaban con nuestras ciudades y el dinero público igual que los niños con la plastilina. Reconozco en mi ciudad varias calles que son sometidas de manera continua a cirugías. Con tantas inversiones banales, se están llevando por delante los servicios sociales básicos, la inversión en educación, sanidad, en I+D… en definitiva arrasan el futuro de la ciudadanía. Algunos políticos han querido crear edificios o creaciones memorables, como si por eso la ciudadanía no nos fuésemos a olvidar nunca de ellos (por supuesto piensan que les debemos dar la gracias por darnos edificios vacíos), se han olvidado de escuchar al pueblo, son representantes del pueblo.
    No se si me he puesto demasiado crítica, pero pienso en el futuro de las generaciones que ahora están en el sistema educativo y me echo a temblar. Sólo me queda intentar aportar un granito de arena en mi labor diaria para crear mentes críticas y coherentes.
    Un abrazo.

    1. Hola Aiti 🙂

      Parece que ahora al fin hay más gente que se da cuenta de ese juego de banalidades y especulaciones que nos fue dejando sin espacio de relación. Y seguro que si durante todo este tiempo se lo intentabas decir a más personas no te escuchaban, ¿verdad?

      Aún entendiendo nuestra humana condición que nos lleva detrás de los brillos aparentes, cuesta aceptar lo mal que invertimos (o dejamos que se invierta) las mejoras en las condiciones de vida que tanto ha costado conseguir. Este afán de nuevos ricos, este histrionismo, no nos ha llevado por buen camino.

      Y todavía es más difícil de comprender que sigan sin dejar que las personas participen. Cierran instalaciones que han costado mucho dinero con la disculpa de que ya hay subvenciones para mantenerlas, como si nos hubieran regalado algo en lugar de salir del trabajo y los bolsillos de todos. Y yo creo que la ciudadanía sí que sabe, sí que sabemos, qué hacer. Comparto tu actitud crítica y admiro muchísimo la labor que hacéis los docentes. Creo que en lugar de otro tipo de protestas es ahí donde deberíamos concentrarnos, en apoyaros, en luchar como es debido por el sistema educativo. Y también, por supuesto, tomar con firmeza y decisión todos esos espacios y edificios.

      Un abrazo fuerte!

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