Consultoría y realidades

Dar la charla

Para renovar las preguntas

Ha pasado algún tiempo, y mucha crisis, desde los talleres  para FP con los que tanto habíamos aprendido haciendo así que la propuesta de Enrique Gómez para participar en el Programa Conecta me pareció atractiva. Y no tanto por lo que yo tuviera que decir sino porque sentía la necesidad de aproximarme y tomar al pulso a lo que debe ser la inversión de futuro: nuestros estudiantes.

Me explicaba Enrique, en nuestro primer encuentro, que aunque el Programa estaba impulsado desde otra consellería, se había responsabilizado del encuentro de Ferrol porque pretendía, a pesar de lo clásico del modelo, incorporar novedades que lo hicieran más atractivo a sus destinatarios. Su ilusión y su pasión me contagiaron (estas cosas no se hacen por dinero, aunque hay quien se forra), sino porque una sigue siendo militante de lo posible y parece que, por lo que me decía mi interlocutor, eso de ser «políticamente incorrecta» aporta algún valor.

He de reconocer que cuando me contaba su planificación sentí cierto vértigo y algunas dudas, porque el dinamismo es algo que, por definición, la juventud ya tiene y tal vez lo que necesitamos, por el bien de todos, es aprender  a canalizarlo.

El programa giraba en torno al eje de contenidos que se resumía en la fórmula 3E: emprendimiento, empleabilidad, empresarialidad. Tibias líneas divisorias en lo que debe ser un enfoque proactivo de generación (que no búsqueda) de empleo y cuya separación está cada vez más lejos de lo que, insisto, es la realidad empresarial: más de un 80% de empresas no pasan de dos personas en plantilla.

Mi aportación giraba en torno a la empresarialidad (con perspectiva de género), con lo cual mi verdadero mensaje era muy simple: no tenemos ni idea. Es decir, en un momento en el que la estructura que creíamos ha traspasado las fronteras de sueño a pesadilla, los modelos de negocio tienen que volver a dibujarse porque ya nada es lo que era. Y yo les digo que eso es una suerte, que tienen una oportunidad única para construir sin las trabas de «lo correcto» o las utopías que a otros nos llevaron al desencanto. En muchas caras se leía el escepticismo (no es malo, mejor cuestionar que aceptar sin reservas) pero había también mucha curiosidad en otras miradas silenciosas.

Debo decir que no me gustan nada estos actos masificados, que si lo que necesitamos es la construcción de identidades y el empoderamiento, este enfoque de «pocos hablan y muchos escuchan» no es el apropiado.  Que lo inteligente es combinar lo que algunos podamos saber con lo disruptivo para que el desencanto se traduzca en ilusión, cuyo resorte no es otro que la posibilidad. Que lo que hace falta es poner manos a la obra y trabajar de forma creativa porque el mercado, el de verdad, es el que tenemos que construir.

Reconociendo que soy más de preguntas y ejemplos que de afirmaciones y teorías, que no me asusta sino que me atrae el desconcierto, había preparado una exposición dinámica y participativa con la mente en un público joven entorno a 300 personas (que no son pocas) y en un escenario concreto. Pero a menos de dos días del evento, se cambió el lugar y se duplicó la asistencia, así que di voz a mi intuición que me aconsejó preparar una segunda alternativa con una dinámica más simple (manejable) para no limitar la participación al «yo pregunto y me respondéis desde el sillón».

Evidentemente cuando ellos y ellas (curiosamente así se polarizaron los equipos de debate) defendían sus respectivas posturas, fue la parte más vibrante y la que me da pie a algunas reflexiones que merecen un post independiente. E intuyo que será una reflexión con mucho de autocrítica a lo que «los adultos» estamos haciendo con el poco tiempo y recursos que tenemos para encontrar el punto de inflexión. Intentaré incluso rescatar esta parte de la grabación para ilustrarla, aunque la calidad deje mucho que desear, dado el abarrote de público y el exceso de luz con toques discotequeros.

A expensas de la conversación pendiente con el coordinador del acto, tengo algunas conclusiones que apuntan a necesidades cuyo enfoque debemos mejorar. Pero lo importante no es eso, sino si seré capaz de convertir esas dudas y posibilidades en una propuesta que aporte. Porque para avanzar en esa innovación que tanto predicamos, necesitamos aprender a confiar y a aceptar en el empuje de quienes nos tienen que suceder. No nos gusta reconocerlo, pero nos hemos vuelto demasiado conservadores… de lo que ya sabemos que no funciona.

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14 comentarios

  1. Un reto muy interesante, charlar sobre emprendimiento, empleabilidad y empresarialidad con ese auditorio.

    Es cierto que no es fácil proponer una dinámica más participativa con la cantidad de gente que asistió al evento.

    Ya tengo ganas de conocer lo que vas a explicarnos en ese post independiente, seguro que todos aprendemos algo.

    En un acto parecido (aunque con menos personas y otros temas), seleccionamos al azar a 5 personas del auditorio, que se encargaron de tomar acta de la sesión (Fotos, videos, resúmenes).

    Montaron esa información en un Prezi (en los turnos de preguntas), que teníamos semielaborado y lo visualizamos para cerrar el acto.

    Gustó mucho a la audiencia, aunque es cierto que algunos vivieron el acto algo estresados…

    Muxu asko!!

    1. Cierto Paulino, el tamaño del auditorio marcaba el reto y no debería ser así, ¿verdad? Sabemos, vosotros lo sabéis muy bien, que el diálogo, las ideas, la creatividad, se trabajan de otra forma, pero estas iniciativas que vienen en gran parte dirigidas desde la UE se siguen planificando desde modelos del pasado.

      Leía ayer en el libro de Bianka que tenemos que recuperar el espíritu de los talleres artesanos en el que “muchos enseñen a pocos” frente al “pocos enseñan a muchos” de la era industrial cuyo objetivo era producir “unidades de obreros”. Como bien dice la autora “hoy en día no hay dos trabajos iguales, por tanto, no se necesitan dos profesionales iguales”.

      Los planteamientos masificados no sirven, hay que dar los pasos de uno en uno. Tomo nota de vuestra dinámica, conociendo un poquito de vuestro trabajo con los mapas mentales en equipo creo que tuvo que sorprenderles mucho 😉

      Muxu asko!! Bicos!!

  2. Hay que dejarles hablar y escuchar lo que opinan. Su juventud no significa que los “mayores” sólo tengan que dar lecciones y estar ahí para recordarles que ya se lo habían dicho.

    Está todo por co-hacer, tenemos que dejarles espacio para que intervengan en los nuevos caminos que hay que emprender. Caso error, es volver a dejarlos a un lado, hasta que con los años no puedan más y luego les digan: “ahora seguid vosotros….” (¿Lo qué?, algo obsoleto, que no comparten…)

    300 personas no son muchas, sino demasiadas, y con esas edades difíciles de manejar, no por su actitud sino porque no se les pregunta lo que quieren/necesitan. Está claro que no siempre se hace lo que a uno le gusta, pero tampoco se puede pensar por los demás. Así es imposible motivar.

    En una jornada a la que asistí ayer, decía un profesor y experto en audiovisual: “La educación es del S. XIX, los profesores del S. XX y los alumnos del S. XXI”. Y tiene razón.

    El planteamiento es muy bueno, buscar la participación y la reacción a impactos y, sobre todo, contar la realidad en primera persona, como en el vídeo, te sientes identificado por ese momento, es una situación que seguramente vivas.

    1. “Está todo por co-hacer…”Muy de acuerdo, aquí todos tenemos que aprender.

      “… hasta que con los años no puedan más y luego les digan: “ahora seguid vosotros….” (¿Lo qué?, algo obsoleto, que no comparten…)” Impactante lo que dices, aunque yo pregunto, ¿no se están recreando en ese “no nos dejan” por estar demasiado cómodamente instalados en sus entornos? Pero lo que dices es cierto, no hay mensaje que sirva, hay que construir.

      Deduzco que la jornada del audiovisual te ha sentado muy bien 🙂 La cita que nos traes es muy buena aunque yo la cambiaría un poco: educación del s. XIX, profesores del s. XX y necesidades del s. XXI

      Gracias Tamara. Es un reto para mí cuando te pones tan conversadora 🙂

  3. Me hubiese gustado verte, 300 jóvenes ¡guauuuu!
    Me gusta escuchar a mi hija y sus amigos, a mis compas (esos que podrian sin duda ser mis hijos) me gusta leer los blogs de la gente que empieza algo, lo que sea …. la Vida es magia ¡ya! ya se que soy una ilusa, pero ellos son el presente y el futuro, tienen ideas sorprendentes y pasión, mucha pasión …. necesitan espacio para respirar y crear …. podemos ofrecerles nuestra visión, y mostrar nuestros límites, recordando que no son los de ellos ….

    Deseandito saber más ….

    1. A mi me ocurre lo mismo Juana, ¡adoro a la gente joven! Necesito su fuerza y capacidad para cuestionar, para sorprender y apasionarse por la Vida. ¿Espacio para respirar y crear! SIIIII. ¡Lo necesitamos todos con urgencia!

      No tardaré en ponerme con la segunda parte de la reflexión que, al fin, es la importante. El resto no deja de ser el relato de un acto. Yo soy hacedora por naturaleza pero creo que si las circunstancias (las mías) hubieran sido otras, me hubiera enfocado a la educación, y no porque crea que tengo mucho que enseñar sino porque me gusta compartir y es un reto de aprendizaje (para quien educa) constante.

      Que ganas tengo de recuperar el ritmo y hacer espacio para conversar. Y de contarte algunas cosas que creo que te van a gustar… Prontito, espero.

      Un abrazo fuerte Juana! 🙂

  4. Coincido contigo en que, demasiadas veces, la misma creación de dinámicas es una forma de reprimirlas y que la gracia está en saber «poner las cargas» encender la mecha y salir de en medio para evitar apagarla con la agitación de nuestros propios movimientos. 

    Cuando ya son  300 ó 600 creo que el matiz traslada la importancia más al lugar donde  se desarrolla la acción que a la cantidad de personas. ( se me ocurre mientras te comento esto que Leónidas debió pensar en lo mismo pero al revés cuando escogió el paso de las Termophilas 😉

    Mi conocimiento de los programas y acciones destinadas a «sensibilizar» o a potenciar la emprendiduría y la «empresarialidad» (???) me llevan a la opinión inconfesable de que lo que realmente consiguen es dejar las cosas tal y como estaban (excepto aquellos destinados a aportar recursos financieros o logísticos) ya que los emprendedores ya estan ahí y tiraran adelante con o sin la ayuda. El hecho de que estos programas se ofrezcan las más de la veces por parte de teóricos no ayuda mucho a que cambie de opinión. Invitarte a tí fué el acierto por parte  Enrique que contradice mi opinión sobre la potencia de estos actos.

    Un petó Isabel,

    1. Manel, en el primer párrafo describes a la perfección el planteamiento, ¡era el único posible! Me acordé mucho de ti y tus metodologías de trabajo cuando preparaba inicialmente mi intervención. Estuve por pedirte opinión, pero sé que andamos todos demasiado escasos de minutos y no era momento. Pero tampoco he abandonado la idea cara a nuevas posibilidades. Y ya contar con Paulino y su equipo sería la … 😉

      En realidad, este tipo de actos se repiten por toda la geografía porque están respaldados por fondos europeos (los pocos a los que aún tenemos acceso) pero quienes los diseñan no saben, y es lógico, porque diseñar el futuro exige una combinación de talentos y habilidades que también vamos desarrollando o mejorando por el camino.

      Empresarialidad es algo de lo que ahora se habla mucho y no quiere decir otra cosa que el saber convertir la iniciativa emprendedora en fuente de ingresos. Por eso les decía que, con los actuales modelos de negocio tambaleándose, está todo por hacer.
      Completamente de acuerdo contigo, el germen del emprendedor está ahí, no todos podemos (ni debemos) serlo, en lo que hay que trabajar es en las condiciones y el contexto para que los lo tienen, puedan hacer realidad sus iniciativas. Es algo sobre lo que ya coincidíamos hace un año cuando comentábamos estos temas a raíz de la conferencia de Antonio Fernández, ¿te acuerdas?

      Le daré unos días al resto de la reflexión para reconvertir la crítica en oportunidad.

      Un bico… y un petó! 🙂

  5. Mucha gente, desde luego, con independencia de sus ganas y de su motivación y complicada, por lo tanto, cualquier dinámica orientada a la utilidad. Quizás como dices haya que superar estos planteamientos que responden más a modelos del pasado, aunque sea cercano.
    Me interesa el ‘espíritu de los talleres artesanos’ al que te refieres en algún comentario.

    Un saludo, Isabel

    1. El espíritu de los talleres artesanos es el que rezuma tu último post, con ese intenso viaje previo para abrir los ojos, la mente, los oídos, la piel…

      No hay dinámicas de utilidad que sirvan cuando nos movemos, o dejamos que nos muevan, como masa. Si entre tantas personas jóvenes una mínima parte se quedó al menos con la curiosidad por hacer cosas, por cuestionar, por escucharse a sí mismo, me doy por satisfecha. Y había alguna de esas miradas silenciosa que me hacen pensar que tal vez…

      Como salió a relucir en la conversación, no todo el mundo puede ni debe emprender. Pero lo que sí es importante es que todos comprendamos que quien lo haga tendrá que ser desde nuevas pautas y que, sea por cuenta propia o ajena, tenemos que construir entre todos.

      Gracias Jose. Deseando que vuelvas de tu viaje y nos transmitas tu percepción de ese espíritu de vitalidad y reto de quienes luchan constantemente por la “posibilidad”

      Un abrazo!

  6. Pingback: Superpoder-es | IG

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