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Contando lo Qvemos

Cada cosa en su sitio y un sitio para cada cosa

Comentaba recientemente en una tertulia bloguera, al hilo del valor del relato corto, mi creciente afición por las series sobre las películas porque «son como un encadenamiento de relatos cortos que permiten desarrollos más sutiles».

Dado que el eje del blog gira en torno a la literatura, mi comentario levantó una sutil recriminación de otro de los contertulios

(Isabel, para ver una teleserie se necesitan cien horas, más o menos, y si es The Wire, por ejemplo, parecerán 500. ¿No es mejor leer las obras completas de Tostoi?)

Lo cierto es que no siempre tengo tiempo de leer todas las aportaciones a los post en los que comento, pero esta me saltó a la vista por lo poco afortunado de los ejemplos. Por no hablar del concepto y el criterio comparativo.

Para mi las series («a la carta, eso sí) son un descubrimiento reciente y uno de mis mejores recursos para recuperar engranajes mentales cuando la saturación me bloquea. Coincide además que The Wire es una de mis preferidas en muchos aspectos. Por otra parte Tolstoi, con todos mis respetos, no se volverá a colocar nunca en primera línea de mi larga lista de recomendados pendientes que no deja de ir a más. Con lo que leí siendo muy jovencita, tengo suficiente.

Pero lo que más me chocó fue la crítica al empleo de las horas, sobre todo por ese deje de menosprecio que pretende establecer categorías sobre el tiempo y las vivencias. He de reconocer que mi vida no ha seguido demasiados criterios establecidos así que tal vez he perdido mucho tiempo en actividades absurdas como conversar, callejear e imaginarme historias tras los cristales o cocinar en familia mezclando ingredientes y sentimientos que me ayudaban a recuperar la sonrisa y la confianza. A pesar de que he sido, y soy, una lectora compulsiva y golosa, puede que me haya concedido demasiada importancia, me perdonen los clásicos.

Sin embargo hay otro aspecto que me resulta más incompresible, y no me refiero ya al comentario de referencia sino a un sentir general, y es la rigidez en la valoración del arte y la cultura. Me refiero al intelectualismo que acota y recorta una realidad mucho más amplia y enriquecedora. La audiovisualización del mundo y su poder de transformación es una obviedad y el concepto de cultura ha dejado de estar encorsetado en esquemas arcaicos. Ya me tocó asimilarlo hace tiempo.

Volviendo a las series, no sólo alguien escribe sus guiones, auténticas joyas en algunos casos, sino que hay toda una legión de profesionales que unen su talento y su arte en esas píldoras encadenadas que tan superficialmente encuadramos en la categoría de series.

Leer sigue estando entre mis actividades preferidas y ocupa muchas de mis horas, aunque debo reconocer que lo profesional se lleva una buena parte. Por eso cuando tengo la suerte de encontrarme con series como The Wire o Mad Men, no sólo me parece un tiempo magníficamente empleado sino que me inspira para escribir. Y aquí otro dato curioso, porque aunque en este blog se van colando algunos fragmentos que «me tocan» personal y/o profesionalmente, hay otros sitios para colaborar y compartir.

Cierto también que escribir me relaja así que, mientras concedo tiempo a mi cabeza para que se vacíe y enfoque, disfruto resumiendo mis impresiones sobre lo que he visto. Son formas de percibir y de vivir. A mi me gusta. De momento, estas son mis aportaciones:

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10 comentarios

  1. La estupidez adulterada de información es la única culpable de que la Literatura sea considerada un valor por sí misma y no por ser, básicamente, un saber bien explicado que se remonta hasta las practicas orales de antaño . Lo que cautiva es la habilidad en el manejo de su técnica para explicar historias y la profundidad de las historias explicadas por un autor, ya sea un escritor o un director. Yo estoy contigo Isabel y me levanto y proclamo que soy aparte de un lector del copón un aficionado a las miniseries y, además añado que, mientras sean buenas [esto es me instruyan, me distraigan, estimulen mi fantasía…en fin que me lo pase bien] me da absolutamente igual que sean de vampiros, como de policías y ladrones como de la biografía de Wilde. El valor de desarrollo personal y de aprendizaje directo y lateral de algunas de estas series es brutal y me sirven no tan solo para divertirme sino para muscular mi imaginación. No las considero, en absoluto un insulto para mi inteligencia. Todavía recuerdo conversaciones enteras sobre liderazgo con un compañero a partir de un capítulo de Star Trek. El comentario sobre Tolstoi es a todas luces pedante. Me recuerda a otros comentarios aplicados a la literatura de género o al cómic…no sé, anteponer el infumable Ulises de Joyce al Drácula d’Stoker, por ejemplo…qué pena…

    1. Manel, lo has expresado mejor que yo. Aunque no tenga nada que ver, ya en su día el comentario me recordó una entrevista a Concha Velasco en la que, repasando su trayectoria, alguien le dijo que había también muchas películas que, de haber podido elegir, seguramente no hubiera hecho, aunque a la gente le gustaran. Me encantó su respuesta: “¿Y quien soy yo para criticar los gustos de la gente?”

      Hay muchas cosas que no me gustan y puedo dar mi opinión sobre ellas, pero no sobre las elecciones personales y mucho menos sobre las personas que las hacen. Y menos aún juzgar o dar consejos que no me piden. Además, ni un libro ni muchas otras cosas que se consideran vacas sagradas garantizan un mayor nivel intelectual, cultural o personal.

      Y yo tampoco pude con el Ulises, ni con algún otro de los “intocables”.

  2. ¡Cuánto daño le ha hecho el Ulises a Joyce! A mí me gusta, por momentos me encanta, pero comprendo sus problemas para llegar al público ya que en gran parte transcurre casi en la cabeza de una persona. Pero en fin, Joyce era vanguardia artística, yo creo que muchos de los que le defenderían frente a una serie de TV actual podrían equivocar el tiro, aunque, qué duda cabe, pueden entenderse varias de estas series como la vanguardia de lo audiovisual. Quién podría ser comparable? David Lynch tal vez? No es lo mismo, desde luego, pero tampoco ando fino ahora mismo…

    Sin embargo, Tolstoi es un buen ejemplo de novelista río, junto con varios colegas del diecinueve, en cierto modo reinventores de la novela moderna, y en el que puedo encontrar en aplicación y estructura de su arte un paralelismo a series de televisión actuales (obviemos los temas, claro). El que ha hecho el comentario claro está que comete ignorancia, porque sin conocer de lo que habla la comparación es absurda y por un efecto secundario pernicioso: pone en contra de la lectura de tolstoi a la persona a la que se lo hace. Vamos, que se hace un flaco favor. Además, y más allá de pasarse por el forro consideraciones industriales y el hecho de que los tiempos han cambiado como indicas en tu entrada, no sólo es cuestión de ‘horas’ sino de formas culturales que se consumen (palabro feo, digamos ‘disfrutan’) de maneras distintas. A mí me gusta leer en la cama, preferiblemente por las mañanas, no me voy a poner la tele ahí porque no me gusta. Pero a la hora de cenar y después sí me gusta un poco de movimiento visual, prefiero poner la tele y siempre será mejor Mad Men que Sálvame, digo yo. Como es mejor Tolstoi que la literatura basura, que también la hay.

    Me apunto ahora mismo a qvemos, que la última vez no lo hice!

  3. Goio, lo más fácil para acceder a Qvemos con la cuenta de twitter o la de facebook. Y el blog es colaborativo. Yo al principio no captaba muy bien la esencia pero ahora sí. También es cierto que está dando sus primeros pasos, como quien dice.

    Lo cierto es que este mundo de Internet funciona por prescripción y en este caso la persona que lo dirige tiene todo mi respeto y  mis simpatías.

    Respecto a las series, y también hablando de prescripción, cierto que en casa tengo al mejor guía que se puede encontrar. Pero yo no las sigo en TV (de eso si que no soy capaz), tenemos tras aparatos y sólo se encienden al mismo tiempo que el DVD 😉

    El audiovisual para mi fue un aprendizaje (y ahora parte de mi trabajo) pero tuve que aprender a ver una película sin hacer otra cosa al mismo tiempo (ojear periódicos, doblar ropa…) Por un lado soy de libros y, por otro, las circunstancias no me dejaban mucho tiempo libre. Pero aprendí y creo que tengo cada opción en el lugar y con el valor que se merecen.

    Los clásicos tienen su momento. Necesitan un tiempo del que no dispongo habiendo tantas cosas que merecen mi atención y tanta literatura que tienen un mayor atractivo para mi vida y mis búsquedas e intereses personales. Creo que lo comentábamos un día en tu blog. Me pasa lo que decía Daniel en un post reciente, igual es que estoy en fase de escribir más y leer menos, sobre todo porque no consigo estirar más los minutos.

    Pero, por suerte, os tengo cerca como guías para saber algo de los libros que no leeré e ir seleccionando esas perlas que seguramente no encontraría porque, eso sí, procuro racionalizar mi paso por librerías para no seguir acumulando libros pendientes de lectura. Ya sabes que comprar libros es todavía más aditivo que leerlos.

  4. Hola Isabel,

    Como bien sabes mi afición a las series es cosa reciente. Mad Men tuvo la culpa. Luego siguió The Wire. Ahora estoy en plena faena con El Ala Oeste de la Casa Blanca. Cuando ya llevo más de un centenar de episodios con Jed Bartlet y su equipo, puedo asegurarte que sus guiones, sus diálogos, además de entretener, agitan reflexiones e inspiran. Para alguien quien hace unos años, tenía como hobby literario la literatura rusa del siglo XIX, no está mal.

    El mundo cambia y la audiovisualización de la cultura, no sólo es no un hecho despreciable, sino que es compatible con otras formas más tradicionales. De series malas hay un montón, también hay libros malos. Incluso hay una larga lista de series y películas, que gozan de la consideración de obra maestra y siempre que intento disfrutar de ellas, me duermo. Tampoco he conseguido acabar nunca «Ulises» de Joyce o «Por el camino de Swan» de Proust.

    Tanto las series de televisión como los buenos libros, tienen algo en común: saben conectar con el público y explicar una historia. Puede que esa, sea una de las claves…

    PD. Gracias por la referencia

    1. Hola Albert.

      Estrenarse con Mad Men es un lujo que no puede menos que enganchar y sobre The Wire, ya sabes lo que opino.

      El Ala Oeste de la Casa Blanca la había empezado a ver en su día cuando la echaban en TV y aunque me iba perdiendo capítulos por el medio, ya me entusiasmaba. Cuando el año pasado tuve ocasión de verla “a la carta”, no paré hasta que la terminé. Estoy de acuerdo contigo en que “además de entretener, agitan reflexiones e inspiran”. Es magnífica, no es fácil seleccionar momentos (aunque alguno también había capturado). Espero que te apetezca hacer un post para comentar allí.

      Es verdad que el verdadero arte es contar historias, y los medios ya no son únicos. Los que venimos de los libros tendemos a comparar, pero es que todo necesita un aprendizaje. Cuando hace años en mi casa se empezaron a acumular películas en DVD yo me preguntaba para qué si ya las habíamos visto. Ahora lo primero que hago es asegurarme una copia de aquellas que me han gustado para poderla ver de nuevo cuando me apetezca.

      Y sé que me quedan cosas por explorar, porque las web series son un fenómeno en el que aún no me he parado. Tal vez este verano…

      Muchas Gracias a ti. Y es un placer colaborar en Qvemos.

  5. Yo no haría mucho caso a comentarios de ese tipo, Isabel. No solo por los argumentos de Manel y Goio, también porque esta comunicación (e-mails, twiter, comentarios de publicación inmediata) es muy dada a dejarse llevar por emociones perniciosas, que hacen actuar bajo el signo del cabreo. Eso que antes decían «se le calienta la boca». Y luego se arrepiente.
    No tengo mucho más que añadir, salvo que cada uno desgrane sus horas como quiera o pueda. A mí me gusta mucho la gente que sabe en qué mundo vive: que ve un poquito las noticias, que sabe sobre series, sobre como vestir adecuadamente o abrir la mente de un empresario. Que tiene cultura general, vaya. Y si le va Tolstoi, o Joyce, pues bien por él/ella. Pero se ha de vivir en este siglo, también, y saber que los tiempos han cambiado, la cultura y la forma de verla. Que todo el mundo considere a Tolstoi una referencia elevada me produce el mismo efecto que saber que todo el mundo considera el fútbol un emocionante entretenimiento: una indiferencia supina. Un saludo.
    PD: Gracias a tí le estoy dando una segunda oportunidad a Mad Men, terminé la primera y se merece un futuro post.
    PPD: ¿Cómo os da tiempo a hacer tantas cosas? No parais, no parais…

  6. Daniel, si en realidad el comentario no me molestó, más bien me sorprendió y ya lo contesté allí en su momento. Aquí más bien ha sido el eje de una reflexión. Y en realidad he leído bastante literatura rusa y me gustó, pero tuvo su momento y hay demasiado pendiente.

    De todas formas a mi lo que me gusta es complementarme con personas que saben mucho en temas que yo no sé, porque así aprendo. Lo que me une a ellas es la afinidad en la visión y la perspectiva vital, no que nos gusten las mismas cosas. La diversidad es enriquecedora.

    Me alegro que recuperes Mad Men, volveremos a cambiar impresiones. Con esa mirada perspicaz tuya creo que te va a gustar.

    Hay opiniones que me recuerdan a las abuelas cuando decían que la lavadora no dejaba la ropa tan limpia como lavada a mano. En fin…

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