Consultoría y realidades

Escribir, redactar, contar

Pero no por ese orden

Necesitar las palabras para entender(se), para poner el yo en línea con el mundo y encontrar el refugio desde el que construir, conlleva una especie de alergia hacia los discursos grandilocuentes y las multitudes. O al menos es lo que me ocurre a mí, enredada en comprender las pequeñas cosas que se esconden tras lo aparente.

Cuando la ciudadanía rompe el torpe silencio en el que suele deambular, mi piel siente la misma emoción que en aquellos años que marcaron mi trayectoria, pero de una forma más distante, no más prudente pero sí más escéptica.

La jornada electoral se presenta llena de incógnitas pero, al final, lo que cuenta será el nuevo (¿?) reparto del pastel porque el descontento generalizado aún no apunta hacia el camino de las transformaciones. También reconozco que, aunque no puedo dejar de vibrar con estos  dulces momentos revolucionarios, aún no consigo descifrar mi opinión.

Incluso me he desentendido de los ríos de tinta (reales y virtuales), como si sintiera que no puedo elegir traje mientras no tenga claro el destino. No es indecisión sino falta de entendimiento así que, de momento, necesito seguir descalza mientras observo el derroche visual en el que se van  tejiendo realidad-es.

Parte de las voces críticas apuntan hacia la desconfianza sobre los orígenes de este movimiento (qué mal suena esta palabra, por cierto) pero a mi esto no me parece preocupante. Sobre eso comentaba ayer en casa de Andrés, ya que para mi, la diversidad de ingredientes y orígenes no es un problema sino todo lo contrario. Pero sí me preocupa la (i)responsabilidad y la falda de reflexión sobre lo que entre todos aportamos a este sistema en descomposición.

Y en esta reflexión andaba yo cuando me llegaron dos impactos emocionales, aparentemente desconectados, que me ayudaron a ir razonando la intuición que me habla de lo que hemos de revisar y del trabajo individual para cambiar las cosas. Cosas simples y al alcance: autocrítica y amor.

Decia ayer Jordi Grupera, al que no conozco pero cuyas palabras firmo (traducción aquí):

Democracia real ya, sí, pero eres consciente de que la crisis se ha agravado por culpa de unas medidas que se tomaron con el único objetivo de contentar tus deseos inmediatos? Después de las acampadas, una larga y purificadora ducha. Fuera roña.

 Y, por otro lado, contaba Lola a través de una experiencia con su hijo, el abismo que debemos salvar para aprender a educar a este futuro que nos atropella:

Esta mañana hablaba en Twitter de lo mucho que mi trabajo de maestra le debía a mis hijos. A los dos, a partes iguales. No sé si dije el sentido que han dado a mi vida y lo que he aprendido con ellos acerca del amor. No hablo del amor apasionado de madre de tatuaje, ni de amor carcelero de necesidad de poseer «mis nenes son míos y por ellos mato», no, no es eso lo que siento. Hablo de un amor suave, sereno, feliz, que sonríe, que ha ido creciendo con ellos y conmigo, que ha ido haciendo de su padre un hombre mejor, y de mí una mujer muy distinta a lo que era antes de ellos. Y que me deja dejarles en paz con sus vidas, sus sueños y que me permitirá decirles adiós con una amplia sonrisa cuando se vayan.

… y yo, que ayer le decía a mi hijo que nada sucede por error, entiendo ahora esa frase que le decía sólo para consolarle y sin mucha fe, y queriendo terminar pronto con el desasosiego (el mío), que ya tenía acumulado de antes (por otras cosas) y es que yo llevo tatuado nasía pa no sufrí en el muslo derecho… Lo cambiaré por cobarde, gallina o algo más realista.

Es decir, lo primero es tener algo que contar, auque es cierto que a veces las palabras se imponen desordenadas, y dominadoras, para canalizar lo que no da salido de la trastienda. Pero cuando además, se sabe hacerlo y se pone esmero en transmitirlo, el mensaje impacta.

No es cuestión de atender sino de entender. Al menos en mi caso, si lo entiendo… atiendo.

Compartir

8 comentarios

  1. Tal vez sirva para remover conciencias, para que se relexione, para que se limpien telarañas …. los cambios son interiores e individuales, y esos a su vez forman lo colectivo.
    Ayer estuve con unos cuantos amigos que llevan días en la Puerta del Sol colaborando, me gustó lo que hacian, me gustó la idea, me gustó …. ¡ya! ya se que somos unos ilusos, pero la ilusión es la única capaz de cambiar el mundo, eso si, sé que no es instantánea …. yo soy el «sueño» de mis bisabuelas …. no tengo prisa, por cierto los chicos de las plazas, tampoco tienen prisa ….

  2. Juana, cada vez que leo tus comentarios en los otros blogs amigos siempre dices algo especial en lo que me quedo prendida (como aquello del águila). Decir «yo soy el sueño de mis bisabuelas» me parece maravilloso. No se me ocurre mejor eslogan para poner a la cabeza de cualquier movimiento ciudadano.

    Me gusta también lo de no tener prisa. Es cierto que los cambios en profundidad tienen sus propios procesos y eso siempre significa tiempo. Sobre todo si, como tiene que ser, se producen individualmente para generar lo colectivo. No puedo estar más de acuerdo con lo que dices.

    La duda que a mi me ensombrece la ilusión, es como llegar a los mecanismos del sistema para que toda esta energía no se nos pierda por el camino, pero creo que recordar que “somos el sueño de nuestras bisabuelas” me va a ayudar a mantenerla.

    Muchas gracias Juana 🙂

  3. Yo ando como maravillado de que entre tanta “descomposición” como bien dices [menuda palabrita que nos has dado…hasta huele! 🙂 ] emerjan estos brotes tiernos preludio de lo que todavía nos cabe esperar como lo son estas movilizaciones, sus consignas, el comentario de Juana, el tremendo post de Lola, los tuyos… Mensajes sencillos, limpios y directos nacidos del orgullo, de la posibilidad y del más profundo y bello de los sentimientos.

    Alguien me decía esta mañana que esta movida no nos iba a llevar a nada y yo le comentaba que quien espera que un primer paso le lleve a su destino es que tampoco espera llegar muy lejos…

    Gracias por este post [bueno, por todos…]

  4. Es difícil encontrar pensamientos algo distintos a raíz de todo el movimiento y lo que puede significar. Da gusto (un rato, si se hace tiempo da urticaria) ver la perplejidad de la derecha y su ultraprensa, pero supongo que tu postura escéptica surge de la experiencia. Yo suelo cosechar malas miradas porque nunca me manifiesto, me molesta tomar la calle por justa que sea la causa. Supongo que es un hartazgo de años viviendo en una sociedad y un sistema que ha manipulado diría que todas las manifestaciones públicas en los últimos 25 años (vengo a poner mi ‘caida del árbol’ en el referéndum de la otan del 86). Tal vez esto me pilla más viejo de espíritu que de cuerpo, que puede ser. Aporto un artículo que me ha gustado al respecto de todo esto, aunque me da la sensación de que a pesar de que se publicó ayer pudo haber sido escrito antes del dia 15: http://www.elpais.com/articulo/portada/indignacion/suficiente/elpepuculbab/20110521elpbabpor_1/Tes

    salud y res pública!

  5. «Mensajes sencillos, limpios y directos nacidos del orgullo, de la posibilidad y del más profundo y bello de los sentimientos»

    Manel… ¿qué se puede añadir a esto? Pero para intentar llegar a estos mensajes sencillos, limpios y directos hay que reflexionar mucho sobre cuestiones fundamentales como la confianza o las expectativas, como haces en tu blog. No es fácil mirar hacia adentro y mucho menos intentar que las personas acepten esa perspectiva por eso admiro tu trabajo y tu forma de enfocar situaciones y soluciones.

    Muchas gracias Manel por tus palabras….

  6. Goio, es perfecto!

    Si todo esto estuviera pasando sin haber elecciones a la vista, lo vería con mucho más optimismo. Tras el recuento electoral de hoy, el pastel seguirá estando en las mismas manos, sea cual sea el reparto. Y continuarán los peloteos argumentales por encima de nuestras cabezas y de nuestra (in)dignidad ciudadana. Quiero pensar que de esto saldrá, si no una propuesta de trabajo, al menos un germen que nos impulse, pasada la euforia callejera, a mirarnos dentro y empezar por cambiarnos individualmente. Eso ya me parecería un auténtico triunfo porque el resto, fragmentar o redistribuir cuotas de poder, ¿para qué sirve?

    En lo que no puedo estar de acuerdo es en que la causa del escepticismo sea la experiencia o una supuesta vejez de espíritu por tu parte. Nunca me gustaron las manifestaciones ni las aglomeraciones a pesar de ser hija de la época en que poder hacerlo fue una liberación. Siempre he pensado que los problemas se afrontan analizando, reflexionando y proponiendo. Y sobre todo, trabajando. No me gustan los gritos, nunca me gustaron. Ni las válvulas de escape. Como decía Machado, contra las masas se dispara, pero no las salva nadie.

    Pero, Goio… ¿quieres hacer el favor de empezar con twitter de una vez para compartir estas sugerencias? Una no puede estar en todo (aunque tú parece que sí). Muchas gracias 🙂

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies